Espejo dual

El mundo es un espejo dual, en un lado del cual está la realidad material, y en el otro el espacio metafísico de variantes. Un ser humano es consciente de la realidad en el modo en que a él o ella le fue enseñado.
La vida es como un sueño inconsciente que estás teniendo mientras duermes despierto, porque no tienes un punto de apoyo respecto a la realidad. Baja al auditorio y observa, actúa desapegado, alquilándote y permaneciendo como un observador.

¿Qué significa la relación?

Por pequeña que sea la parte del cerebro que está funcionando, para funcionar bien, eficientemente, tiene que sentirse segura, a salvo. Que esa certidumbre, esa seguridad, sea una ilusión o alguna invención del pensamiento (como lo son la fe y la creencia), carece realmente de importancia mientras esa parte limitada del cerebro se sienta asegurada, a salvo. En esta ilusión vivimos. Con la imagen, como lo son el nacionalismo y las imágenes que hay en todos los templos del mundo, vive el hombre y continúa con el conflicto, el placer, el dolor. Sólo cuando percibimos que ellas oscurecen e impiden nuestra verdadera y profunda relación con otro, o que están entre nosotros mismos y esa nube, ese árbol y aquellos niños, sólo entonces puede haber amor.

Despertar

Todo lo que necesitas hacer es despertar y mirar el juego con los ojos de un espectador, sin dejar el escenario.
Lo único que no puedes hacer es juzgar o, lo que aún peor, despreciar a la otra gente. Si como resultado de volverte consciente de la situación, empiezas a compararte con aquellos que están ‘dormidos’, se producirán relaciones de dependencia, se reforzará la polarización, y el ‘despierto’ inevitablemente se convertirá en un marginado. Es muy importante recordar que rechazar la regla del péndulo no es suficiente – tienes que sustituirla por la regla del Transurfing: ‘Permítete ser tú mismo, y deja que una persona diferente sea diferente.’

Pensamiento creador

Cuando nos reconocemos como creadores, ya hemos men­cionado que favorecemos la identificación con el Ello. Eso nos permite en particular estar en contacto con su poder creador. Hemos observado que las personas que practican el principio de responsabilidad puedan llegar a atraer cons­cientemente ciertos acontecimientos o situaciones, atrayendo a la gente que les es favorable y generando incluso lo que parecen ser «milagros» en sus vidas. Tan fuerte es el poder del pensamiento creador.

Escuelas superiores

Una escuela es un lugar en el que se aprende algo. Pero deberá haber siempre cierto orden en las cosas, y no se podrá aprender sin seguir este orden. Al hablar de escuelas conectadas con alguna clase de escuelas superiores (sin esta conexión, una escuela no tiene significado) dije que en tales escuelas se deberá trabajar sobre el ser, al mismo tiempo que sobre el conocimiento, porque de otro modo todo el conocimiento será absolutamente inútil y no se extraerá provecho de él. Las ideas esotéricas que no se toman prácticamente, se vuelven mera filosofía, gimnasia simplemente intelectual que no puede llevar a ninguna parte.

Libertad interior

Cuando asumimos la responsabilidad, cesamos de dejarnos manipular y de manipular a los otros. Vamos a buscar la verdad al interior de nosotros mis­mos, porque hemos elegido reconocer, declarar y manifestar nuestro propio poder. Aprendemos a no tener ya miedo del Poder de los demás ni del nuestro. Liberados de los traumas de la autoridad producidos durante la infancia, respetamos el poder de los otros y manifestamos el nuestro, en el respeto a las diferencias e intercambio auténtico. Nos hacemos capaces de dar y recibir poder, y que todo el mundo resulte benefi­ciado, incluso nosotros mismos.Reconocemos nuestro poder, abrimos la puerta a la manifestación de éste y lo ponemos en marcha. El reconocer nuestro poder nos lo devuelve.
A partir del momento en que sabemos que somos creadores y que tenemos todo el poder en nosotros para generar una vida que sea más satisfactoria, estamos dispuestos a actuar para construirla y jugar a ganador al juego de la vida, en lugar de intentar hacer perder a los otros como lo hace la víctima. La víctima juega a perdedora. Cuando tomamos contacto con nuestro propio poder, jugamos a ganador.