Cooperar y compartir

Ya hay un gran número de personas preparadas para trascender el individualismo y vivir la unidad a un nivel superior, no a base de elucubraciones filosóficas sino de manera concreta, lo cual se traduce en un deseo de cooperación y de unión, en un deseo de reunirse en comunidad para crear juntos desde una visión común; no porque se tenga necesidad de los demás, sino porque se siente un impulso interno –en realidad, el del Maestro del Corazón– para poner en común las facultades y recursos de cada uno para el bien de todos. Eso da lugar a un nuevo tipo de grupo o comunidad, casi opuesta en sus características a las tribus o grupos que seguían pasivamente a su jefe. Están constituidos por personas autónomas, responsables y muy desarrolladas a nivel individual, que deciden libremente, desde el corazón, reunirse para llevar a cabo una tarea común en medio del respeto, la cooperación y el apoyo mutuos. Es el modo óptimo de funcionamiento del ser humano, el que hará que el mundo cambie por completo. Y el que desea el Maestro que reside en el Corazón. Cuando se alcanza ese estadio, la coherencia se establece en uno mismo, en las creaciones comunes y en el entorno. La conciencia de la humanidad se ha desarrollado ya lo suficiente como para dejar de funcionar de modo individual y separado; debe tener una visión común y recuperar su capacidad de compartir.