La elección más difícil

Tú no puedes establecer las leyes que gobier­nan el mecanismo de elección, ni tampoco puedes establecer las alternativas entre las que elegir. Pero sí puedes elegir; de hecho, tienes que hacerlo. Mas es aconsejable que aprendas cuáles son las leyes que pones en marcha cuando eliges y cuáles son las alter­nativas entre las que eliges.

El espacio de las variantes

En nuestro conocimiento, imaginamos el movimiento de la materia como una ley, más en la naturaleza este movimiento es engendrado de una forma natural, como infinita multitud de causas y consecuencias. En términos generales, los datos de todos los puntos de movimiento posibles de la materia se guardan en algún campo de información al que llamaremos espacio de las variantes. Este espacio contiene la información sobre todo lo que hubo, hay y habrá.

Elegir el propio destino

El Transurfing es un modo de elegir el propio destino, literalmente, como si fuera un producto en el supermercado.
A menudo yo, como la mayoría de los demás, intentaba reclamar a este mundo lo que supuestamente me correspondía. En respuesta, el mundo me daba la espalda con indiferencia. Los consejeros experimentados me decían que el mundo no cede porque sí: hay que conquistarlo. Entonces intentaba luchar contra él, pero no llegaba a conseguir nada, sólo agotarme. Y también para estos casos, los consejeros tenían preparada la respuesta: «Primero cámbiate a ti mismo y luego exige del mundo lo que quieras». Entonces intentaba luchar contra mí mismo. Resultó más difícil aún.

El fin de la espiritualidad

Soy invisible porque me he convertido en todo lo que se ve y todo lo que se conoce y desconoce todavía.
No practico la espiritualidad.
He sido destruido, deconstruido, deshuesado y nacido de nuevo, reconstituido como hombre, informe como forma.
He sido recreado inseparable de esta ordinariedad, resucitado con el vientre de los pájaros riendo en los cables eléctricos al amanecer.

Elegir su propio destino

La dependencia consiste en que participas en una batalla impuesta. Pero tan pronto como despiertes en la vida real, pongas fin a la lucha contra ti mismo, contra el mundo y abando­nes el campo de batalla, ya nada podrá detenerte. La batalla sigue su curso, pero ya sin tu participación, y tú eres libre de irte adonde te dé la gana, y de elegir lo que te apetezca.

El mundo, como un espejo, refleja tu actitud hacia él. Cuando estás descontento con el mundo, te vuelve la espalda. Cuando luchas contra el mundo, él lucha contigo. Cuando dejas de luchar, el mundo sale a tu encuentro.

Manejar tu destino II

Los errores que hayas cometido son tu capital. Si aceptas tal pos­tura, te espera un éxito brillante. Todos los que han logrado el éxito han atravesado un bosque entero de fracasos. No en vano se dice que «un hombre escaldado vale por dos». Todas las personas pro­minentes, las que han logrado el éxito, tuvieron que pasar por todo tipo de dificultades. Solamente que ese lado de su vida permanece oculto. Así que, si has cometido un error grande y has fracasado, alégrate: estás en el camino hacia tu objetivo. Sin embargo, si em­piezas a flagelarte, lamentarte y quejarte de la vida, los fracasos se repetirán una y otra vez. Toda la experiencia, inútil desde tu punto de vista, te servirá sin falta en la línea de la vida hacia tu objetivo.

La apatía se va cuando aparece una esperanza nueva. Cuan­do hay esperanza, se libera energía de la intención.

La esperanza es imprescindible para comenzar a actuar. Empieza a actuar y verás cómo las manzanas caerán al cielo. Cuando la es­peranza acabe con su parte del trabajo, vendrá la comprensión de la libertad de elección. Es entonces cuando te dirás a ti mismo: no quiero y no espero: yo tengo intención.