Yo… Cuando algo sucede en tu vida que deseas cambiar, no trates de cambiar lo que te está molestando, porque si lo haces, va a surgir en otro lugar… Ve directo a la fuente. ¿Cuál es la fuente de mi depresión? Yo soy. Yo estoy deprimido. ¿Quién es el “yo” que está deprimido? ¿De dónde
“Una persona que piensa todo el tiempo, no tiene más en qué pensar que en los pensamientos mismos, de esta manera pierde el contacto con la realidad y está destinado a vivir en un mundo de ilusiones”, afirma Alan Watts —filósofo del espíritu y uno de los principales responsables de acercar el budismo zen al pensamiento occidental— en una iluminadora conferencia.
Atención a la oscuridad
“Es la naturaleza del ego tomar, y la naturaleza del espíritu compartir”. — Proverbio
El autor y defensor de la medicina alternativa Deepak Chopra afirmó: “Si quieres alcanzar un estado de felicidad, ve más allá de tu ego. Toma la decisión de renunciar a la necesidad de controlar, la necesidad de ser aprobado y la necesidad de juzgar. Esas son las tres cosas que el ego está haciendo todo el tiempo. Es muy importante estar al tanto de ellos cada vez que aparecen”.
Mucha gente está dormida por el vicio que tiene el ego y son víctimas de él porque no se dan cuenta de su influencia.
Tuve miles de maestros. Decir sus nombres me llevaría meses y ya es muy tarde… Sin embargo, hay tres maestros de los que te hablaré. Uno fue un ladrón. Una vez me perdí en el desierto y cuando llegué a una aldea era muy tarde, todo estaba cerrado. Finalmente encontré a un hombre que estaba tratando de hacer un agujero en la pared de una casa. Le pregunté dónde podía pasar la noche y me dijo: “A esta hora va a ser difícil que encuentres un lugar, pero puedes quedarte conmigo, si no te molesta estar con un ladrón”. Era un hombre maravilloso y me quedé un mes con él. Todas las noches me decía: “Ahora me voy a trabajar. Tú descansa y reza.
Hoy meditaba ante la actitud humana sobre la vida y el por qué son tantas las veces en las que nos sentimos mal. Es cierto que los acontecimientos diarios que nos han tocado vivir nos ponen a prueba, pero miremos bien y reconozcamos cuantas son las veces en las que solo perseguimos lo que nos gusta y nos da bienestar y rehuimos rechazando lo que nos repele. Nadamos siempre entre estas dos corrientes y esto, no cabe duda, nos deja exhaustos, cansados e insatisfechos.
¿Es posible observar la vida tal como es en su fluir constante, sin quererle imponer las preferencias del momento?
Esta última reflexión, nos remite al yo superficial. Este, es la autoimagen y el conjunto de ideas y creencias en los que asentamos erróneamente el sentido básico de nuestra identidad.
Pensemos en cómo, cuando éramos aún muy pequeños, empezamos a asumir del exterior, a modo de creencias incuestionables, ciertas consignas que definían cómo debían ser las cosas y, muy en particular, cómo teníamos que ser, sentir y pensar (lo decisivo no parecía ser «quiénes éramos,» sino el que fuéramos «de una determinada manera» y no de otra).