El envejecimiento como práctica espiritual

Sabemos que todo envejece; lo vemos a nuestro alrededor. Durante gran parte de nuestra vida es como la casa en la que vivimos o el aire que respiramos, un hecho familiar que apenas notamos. Pero a medida que envejecemos, ese hecho es más difícil de ignorar. El envejecimiento no es solo un cambio, sino un cambio irreversible, para bien o para mal. No obtuvimos esa promoción tan solicitada, y ahora nunca llegará. O conseguimos el ascenso y la vida nunca ha sido la misma. Somos pobres. O alguna vez fuimos pobres, pero ahora no lo somos. Tenemos una rodilla mala y ni siquiera la cirugía la hará nueva. O tal vez la cirugía funcionó, y podemos despedirnos del dolor con el que vivimos durante tanto tiempo. Siempre quisimos tener hijos, pero ahora somos demasiado mayores para tenerlos. O adoptamos un niño, para nuestro gozo sin fin. De una forma u otra, nuestra vida consiste en “las cosas que sucedieron”.