Pensamientos

¿Son, entonces, peligrosos los pensamientos? ¡Para los cuerpos sí! Los pensamientos que parecen destruir son aquellos que le enseñan al pensador que él puede ser destruido. Y así, «muere» por razón de lo que aprendió. Pasa de la vida a la muerte, la prueba final de que valoró lo efímero más que lo constante. Segu­ramente creyó que quería la felicidad. Más no la deseó porque la felicidad es la verdad, y, por lo tanto, tiene que ser constante.

El templo del Espíritu Santo

Este no es un período de tristeza. Tal vez de confusión, pero no de desaliento. Tienes una verdadera relación, la cual tiene significado. Es tan similar a tu verdadera relación con Dios, como lo son entre sí todas las cosas que gozan de igualdad. La idolatría pertenece al pasado y no tiene significado. Quizá aún le tienes un poco de miedo a tu hermano; quizá te acompaña todavía una sombra del temor a Dios. Mas ¿qué importancia tiene eso para aquellos a quienes se les ha concedido tener una verdadera relación que transciende el cuerpo? ¿Y se les podría privar por mucho más tiempo de contemplar la faz de Cristo? ¿Y podrían ellos seguir privándose a sí mismos por mucho más tiempo del recuerdo de la relación que tienen con su Padre y mantener la memoria de Su Amor fuera de su conciencia?

El instante santo

El instante santo Es posible aprender este curso inmediatamente, a no ser que creas que lo que Dios dispone requiere tiempo. Y esto sólo puede significar que prefieres seguir demorando reconocer el hecho de que lo que Su Voluntad dispone ya se ha cumplido. El instante santo es este mismo instante y cada instante. El

El instante santo

El instante santo El Espíritu Santo enseña que el infierno no existe. El infierno es únicamente lo que el ego ha hecho del presente. La creencia en el infierno es lo que te impide comprender el presente, pues tienes miedo de éste. El Espíritu Santo conduce al Cielo tan ineludiblemente como el ego conduce al