Los capítulos se suceden uno a uno con una cadencia inquebrantable. Somos los protagonistas de la trama, apenas nos queda la libertad en la reacción.
Lo que hay dentro Les comparto una de mis experiencias favoritas en Toronto con mi público. Ocurrió hace varios años cuando un joven inocente ayudó a ilustrar una verdad eterna que todos necesitamos que se nos recuerde: Me preparaba para hablar en una conferencia y decidí llevar una naranja al escenario conmigo, como apoyo para mi […]
La debilidad del ego es su fortaleza. El himno de la libertad, el cual canta en alabanza de otro mundo, le brinda esperanzas de paz. Pues recuerda al Cielo, y ve ahora que el Cielo por fin ha descendido a la tierra, de donde el dominio del ego lo había mantenido alejado por tanto tiempo. El Cielo ha llegado porque encontró un hogar en tu relación en la tierra. Y la tierra no puede retener por más tiempo lo que se le ha dado al Cielo como suyo propio.
Contempla amorosamente a tu hermano, y recuerda que la debilidad del ego se pone de manifiesto ante vuestra vista. Lo que el ego pretendía mantener separado se ha encontrado y se ha unido, y ahora contempla al ego sin temor. Criatura inocente de todo pecado, sigue el camino de la certeza jubilosamente. No dejes que la demente insistencia del miedo de que la certeza reside en la duda te detenga. Eso no tiene sentido. ¿Qué importa cuán imperiosamente se proclame? Lo que es insensato no cobra sentido porque se repita o se aclame. El camino de la paz está libre y despejado. Síguelo felizmente, y no pongas en duda lo que no puede sino ser cierto.