CUENTO SUFÍ

Tuve miles de maestros. Decir sus nombres me llevaría meses y ya es muy tarde… Sin embargo, hay tres maestros de los que te hablaré. Uno fue un ladrón. Una vez me perdí en el desierto y cuando llegué a una aldea era muy tarde, todo estaba cerrado. Finalmente encontré a un hombre que estaba tratando de hacer un agujero en la pared de una casa. Le pregunté dónde podía pasar la noche y me dijo: “A esta hora va a ser difícil que encuentres un lugar, pero puedes quedarte conmigo, si no te molesta estar con un ladrón”. Era un hombre maravilloso y me quedé un mes con él. Todas las noches me decía: “Ahora me voy a trabajar. Tú descansa y reza.

AQUEL QUE TE AMA

Hoy pensaba o más bien recordaba, a las personas que han pasado por mi vida y qué pocas, realmente, se han quedado en ella. Podríamos verlas como chispas de luz que, en un momento determinado, iluminan nuestra alma, también nosotros la suya. No elegimos quienes vendrán, simplemente llegan a nuestro lado dejando una impronta, una

¿Qué sucede?

¿Qué sucede cuando, sólo por un momento, nos quedamos con nuestro miedo, nuestras dudas, nuestra incomodidad, nuestra pena, nuestras preguntas, nuestro dolor, nuestros corazones rotos, incluso con nuestra apatía, sin tratar de cambiar nuestra experiencia, o arreglarla, o tratarla con indiferencia, o deshacernos de ella de alguna manera?