Luz para sí mismo

El hombre tiene que comenzar a descubrir de nuevo aquello que es eternamente sagrado, que nunca puede ser atrapado por el intérprete, el sacerdote, el gurú, o por los mercachifles de la meditación. Uno tiene que ser luz para sí mismo. Esa luz jamás puede sernos dada por otro, no puede dárnosla ningún filósofo o psicólogo, por mucho que lo respete la tradición.
La libertad consiste en permanecer solo, sin apegos ni temores, libre en la comprensión del deseo que engendra ilusiones. Existe una fuerza inmensa en el permanecer solo. Es el cerebro condicionado, programado, el que nunca está solo, porque está repleto de conocimientos. Lo que está programado, religiosa o tecnológicamente, es siempre limitado. Esta limitación es el factor principal de conflicto.
La belleza es peligrosa para un hombre de deseos.

Certidumbre de claridad

Certidumbre de claridad Tras ellos caminaba el único ser viviente que compartiera su peregrinación: el perro. Y poco a poco llegaron al mar salobre. Luego, con almas bien disciplinadas llegaron a la región del norte y contemplaron, con corazones ansiosos de cielo, la imponente montaña Himavat… Lamida por el lago, en ella florecían los lirios,

De las tinieblas a la luz

De las tinieblas a la luz Cuando te sientas abrumado, recuerda que te has hecho daño a ti mismo. Tu Consolador te proveerá descanso, pues tú no pue­des proveértelo a ti mismo. No sabes cómo hacerlo porque si supieras nunca habrías podido sentirte abrumado. Si no te hicie­ras daño a ti mismo no podrías sufrir

La Luz y la Fortaleza son uno

                                La Luz y la Fortaleza están en ti No asocias la luz con la fortaleza ni la oscuridad con la debilidad. Ello se debe a que tu idea de lo que significa ver está vinculada al cuerpo, a sus ojos y a su cerebro. De ahí que creas que puedes cambiar lo que ves