Iluminación en la fábrica de conservas

Cuando llegué a la casa de mi Gurú, estaba lista para su enseñanza y receptiva a todo lo que pudiera darme. Llegué anhelante y dispuesta; no tenía ni idea de lo que sucedería, pero supe desde el primer momento que no le abandonaría jamás. Sí sabía, no obstante, que fuera cual fuere la madurez espiritual que alcanzara en mi vida, a partir de ahora él la intensificaría y la sustentaría hasta donde fuera posible. Muy poco después de conocer a Maharajji, me dijo: «Un día ocuparás mi puesto». Guardé aquellas palabras en mi corazón y no hice absolutamente nada con ellas. Cada uno de los momentos que pasé con Maharajji tuvo una profunda cualidad de rendición a cualquiera que fuera la razón de que estuviéramos juntos.

Más allá de Brahman

El hinduismo distingue lo Absoluto, el Ser, Brahman, de Brahma, la divinidad creadora que es la personificación mitológica del aspecto creador de Brahman.
Brahman equivale a la Conciencia pura. Con ella aparece el mundo, lo que implica que, hasta cierto punto, lo crea. Al despertarnos cada día aparecen en nuestra conciencia espontáneamente el cuerpo, la mente y el mundo. La Conciencia hace posible este extraño «milagro» cotidiano. Sin Conciencia no hay persona, no hay mente, no hay mundo. Brahman es el Origen del mundo. Por otra parte, el mundo objetivo también es Brahman en tanto que nada hay fuera de Él. La materia también es de su misma naturaleza: es Conciencia en una expresión más densificada. Este concepto puede ser comprendido por analogía (si bien de forma tosca) relacionándolo con las formas que puede adoptar el agua: más sutil en el vapor, más densa en el estado líquido o extremadamente sólida y densa en el caso del hielo, si bien en los tres casos sigue siendo agua.

Cómo encontrar a un Maestro espiritual

Un maestro espiritual es la persona que nos enseña la verdad. En Oriente, en la tradición y cultura de la antigua India, tener un maestro espiritual era tan importante, tan básico, que todas las personas cuando llegaban aproximadamente a los 12 años de edad buscaban su maestro espiritual y recibían los mantras (oraciones e invocaciones) sagrados de iniciación. El maestro espiritual, enseñando la cultura védica, impartía instrucciones, sobre cómo alcanzar la autorrealización y cómo practicar la sagrada ciencia del yoga.

CUENTO SUFÍ

Tuve miles de maestros. Decir sus nombres me llevaría meses y ya es muy tarde… Sin embargo, hay tres maestros de los que te hablaré. Uno fue un ladrón. Una vez me perdí en el desierto y cuando llegué a una aldea era muy tarde, todo estaba cerrado. Finalmente encontré a un hombre que estaba tratando de hacer un agujero en la pared de una casa. Le pregunté dónde podía pasar la noche y me dijo: “A esta hora va a ser difícil que encuentres un lugar, pero puedes quedarte conmigo, si no te molesta estar con un ladrón”. Era un hombre maravilloso y me quedé un mes con él. Todas las noches me decía: “Ahora me voy a trabajar. Tú descansa y reza.

La maravillosa imposibilidad de «amarte a ti mismo»

Creo que todos hemos escuchado que para amar realmente a otra persona y tener una relación satisfactoria, primero debemos amarnos a nosotros mismos. Y es verdad. ¿Pero de qué «nosotros mismos» estamos hablando? Por más que lo intentemos, este yo personal e individual puede ser una cosa muy difícil de amar. Podemos pasar muchos años en terapia, leyendo libros de auto-ayuda, yendo a maestros, curanderos, talleres y retiros, todo para aprender a «amarnos a nosotros mismos». Y después de todo este tiempo y esfuerzo, la pregunta sigue siendo: «¿Realmente me amo a mi mismo?» Y si somos honestos, la respuesta solo puede ser: «No estoy seguro».