¿Qué es un sentimiento? Decimos: «Estoy triste» o «Tengo miedo». Pero, ¿cómo lo sabemos? ¿Cómo sabemos que estamos tristes, alegres, enojados, temerosos, confundidos, satisfechos? ¿Dónde está la evidencia, en este preciso momento? ¿Acaso nos estamos contando una historia?
El amor no es lo que consigues, es lo que eres. La iluminación no es un destino, es la luz que ilumina el camino. A veces un ‘no’ es un SÍ masivo a la vida. A veces tienes que fallar, y caer, para sentir que has tenido éxito al ponerte de pie. Eso que tanto anhelas, es lo único que no puede ser encontrado, porque ya está aquí, en el corazón de ese mismo anhelo.
La mente no es nada más que el pensamiento «yo».
La mente y el ego son uno y lo mismo.
Las demás facultades mentales tales como el intelecto y la memoria son solo esto.
La mente, el intelecto, el almacén de las tendencias mentales y el ego, todos estos son solo la mente misma.
Esto es como si se dieran diferentes nombres a un hombre, de acuerdo con sus diferentes funciones.
El alma individual no es nada más que esta alma o ego.
¿Son, entonces, peligrosos los pensamientos? ¡Para los cuerpos sí! Los pensamientos que parecen destruir son aquellos que le enseñan al pensador que él puede ser destruido. Y así, «muere» por razón de lo que aprendió. Pasa de la vida a la muerte, la prueba final de que valoró lo efímero más que lo constante. Seguramente creyó que quería la felicidad. Más no la deseó porque la felicidad es la verdad, y, por lo tanto, tiene que ser constante.
La felicidad elusiva, la que cambia de forma según el tiempo o el lugar, es una ilusión que no significa nada. La felicidad tiene que ser constante porque se alcanza mediante el abandono del deseo de lo que no es constante: La dicha no se puede percibir excepto a través de una visión constante. Y la visión constante sólo se les concede a aquellos que desean la constancia. El poder del deseo del Hijo de Dios sigue siendo la prueba de que todo aquel que se considera a sí mismo impotente está equivocado. Desea lo que quieres, y eso será lo que contemplarás y creerás que es real. No hay un solo pensamiento que esté desprovisto del poder de liberar o de matar. Ni ninguno que pueda abandonar la mente del pensador, o dejar de tener efectos sobre él.
Cuando nos reconocemos como creadores, ya hemos mencionado que favorecemos la identificación con el Ello. Eso nos permite en particular estar en contacto con su poder creador. Hemos observado que las personas que practican el principio de responsabilidad puedan llegar a atraer conscientemente ciertos acontecimientos o situaciones, atrayendo a la gente que les es favorable y generando incluso lo que parecen ser «milagros» en sus vidas. Tan fuerte es el poder del pensamiento creador.