La razón y el ego

La introducción de la razón en el sistema de pensamiento del ego es el comienzo de su des-hacimiento, pues la razón y el ego se contradicen entre sí. Y no es posible que coexistan en tu concien­cia, ya que el objetivo de la razón es hacer que todo esté claro y, por lo tanto, que sea obvio. La razón es algo que tú puedes ver. Esto no es simplemente un juego de palabras, pues aquí da co­mienzo una visión que tiene sentido. La visión es literalmente sentido. Dado que no es lo que el cuerpo ve, la visión no puede sino ser comprendida, pues es inequívoca, y lo que es obvio no es ambiguo. Por lo tanto, puede ser comprendido. Aquí la razón y el ego se separan, y cada uno sigue su camino.

Razón versus locura

El poder que ejerces sobre el Hijo de Dios no supone una ame­naza para su realidad. Por el contrario, sólo da testimonio de ella. Y si él ya es libre, ¿dónde podría radicar su libertad sino en él mismo? ¿Y quién podría encadenarle, sino él a sí mismo cuando se niega la libertad? De Dios nadie se burla, ni tampoco puede Su Hijo ser aprisionado, salvo por su propio deseo. Y por su propio deseo es también como se libera. En eso radica su fuerza, no su debilidad. Él está a merced de sí mismo. Y cuando elige ser mise­ricordioso, en ese momento se libera. Mas cuando elige conde­narse a sí mismo, se convierte en un prisionero, que encadenado, espera su propio perdón para poderse liberar.

Percepción

La percepción selecciona y configura el mundo que ves. Lite­ralmente lo selecciona siguiendo las directrices de la mente. La percepción es una elección, no un hecho. Pues tu creencia acerca de quién eres depende ente­ramente de la voz que elijas escuchar y de los panoramas que elijas ver. La percepción da testimonio únicamente de esto, nunca de la realidad. Puede mostrarte, no obstante, bajo qué condiciones es posible tener conciencia de la realidad, o aquellas en las que nunca sería posible.

Explicaciones racionales

Si trabajamos para ensanchar los puntos de vista, seguro que es para compren­der mejor, o más bien aceptar, mentalmente; pero también y sobre todo para liberar la estructura mental de su anquilosamiento y abrir la puerta a un tipo de comprensión y de percepción consciente más amplio, más sutil y más direc­to. Es el tipo de conocimiento salido del Ello, lo que llama­mos a veces «intuición». Tomamos esta palabra en el senti­do más elevado del término y no en el sentido habitual que sobreentiende una percepción vaga, emotiva, e incluso poco realista. La verdadera intuición es una capacidad de comprensión superior, no lineal, que incluye a la comprensión intelectual estrictamente «racional» y la sobrepasa. A nivel de la verdadera intuición, la comprensión es efectivamente más clara, más rigurosa y más precisa. Las personas que lla­mamos genios en todos los campos de la razón, ya sea el científico, el artístico u otro, tienen un acceso más fácil a ese tipo de conocimiento. No obstante eso es accesible a todo ser humano en un momento dado o en cualquier momento, puesto que todos estamos dotados al mismo aparato de manifestación. Basta con saber utilizarlo.