Tu inmutable presencia, la presencia de Dios, el sabor familiar de la vida misma, la íntima Certeza que siempre has buscado en el ‘mundo’, está siempre aquí, brillando espléndidamente, mientras todo en tu vida cambia, como debe ser. La calma en medio del caos. Jeff Foster
La paradoja es la siguiente: para obtener confianza en sí mismo, hace falta renunciar a ella. Las paredes del laberinto están hechas de importancia. Andas dentro del laberinto intentando deshacerte de la inseguridad y obtener confianza en ti mismo. Ahora bien, la seguridad es una quimera, es un invento más de los péndulos: un espejismo falso, una trampa para la importancia. La confianza en uno mismo es un juego de los péndulos, donde ellos siempre ganan. Donde haya fe siempre habrá lugar para la duda. De la misma manera, donde haya confianza habrá lugar para la vacilación y la indecisión. La confianza es una especie de fe en el éxito. En cualquier guion es posible incluir una modificación negativa. Basta con una pequeña modificación para que se derrumbe la pared de confianza.