Soy responsable de lo que veo

El mundo que ves no es sino el testigo fútil de que tenías razón. Es un testigo demente. Tú le enseñaste cuál tenía que ser su testimonio, y cuando te lo repitió, lo escuchaste y te conven­ciste a ti mismo de que lo que decía haber visto era verdad. Has sido tú quien se ha causado todo esto a sí mismo. Sólo con que comprendieses esto, comprenderías también cuán circular es el razonamiento en que se basa tu «visión». Eso no fue algo que se te dio. Ése fue el regalo que tú te hiciste a ti mismo y que le hiciste a tu hermano. Accede, entonces, a que se le quite y a que sea reemplazado por la verdad. Y a medida que observes el cam­bio que tiene lugar en él, se te concederá poder verlo en ti mismo.

Mirar adentro

Si le hablas a un hermano que cree en la separación y por lo tanto, tiene su propia agenda, y tú compartes con él, tus más íntimos pensamientos, en lo profundo dentro de ti, hay un miedo de no ser aceptado. Y en ese miedo, la comunicación ha sido destruida. Pero si miras adentro, si escuchas solo en tu silencio y te dejas ser a ti mismo, te encuentras siendo ese momento; si al mismo tiempo, te abres al discernimiento de un significado, una emoción y un propósito, en­tonces, surgiendo, de tu silencio, escucharás la canción de la verdad. Verás a tus miedos, di­solviéndose en la nada. Así como la oscuridad se disuelve ante la presencia de la luz. Y así habrás transformado el miedo en Amor.

Expiación

Y cuando das a tu hermano libertad perfecta de ser, de ser cualquier cosa que elija experienciar sin juicio, sin condenación, su corazón, su ser, se abrirá hacia ti. Él se sentirá amado en tu presencia. Y te darás cuenta, de que TÚ, entonces, estás en presencia del Amor. Porque entenderás que eso es lo que tú eres.

Liberarse de la culpa

Para ser verdaderamente liberado de tu propia culpa, para ser liberado del descontento que te conduce a casa, si quieres descubrir la paz del Cielo, entonces hazlo así, entiende que no hay pasado, solo este momento. Y en este momento, el regalo que el Hijo de Dios te trae y que te traes a ti mismo, es y debe ser, un regalo de Amor. Porque no hay nada más que traer o dar. Comprende que todo, en espacio y tiempo, no importa lo torpe o tonto que parezca, es impulsado por la luz interna, que constantemente susurra en la mente del Hijo de Dios, «No estás en casa en este mundo. Y el camino a tu felicidad, el camino al Amor, el camino a la paz, es distinto del que sigues en este momento». Comprende que siempre es un regalo de Amor, puesto dentro de la mente del Hijo de Dios por EL Mismo, junto con la Voluntad de Dios. Y sobre todo, comprende que es el regalo de Amor a la Integración que es el Hijo de Dios.

El mundo real

Tú has diseñado este mundo de espacio y tiempo de tal manera que no puedes, desde den­tro de la percepción, experienciar el conocimiento. Porque si pudieras, en un momento de conocimiento, verías la verdad completamente y se iría. Y eso no fue lo que tú deseaste cuando hiciste este mundo de ilusión. Por eso es que él último paso debe ser tomado por Dios. Pero recuerda no hay separación entre tú y Dios. Así el último paso debe ser tomado por ti.

¿Cómo das el último paso desde la percepción al conocimiento? ¿Cómo vas completa­mente más allá de cualquier percepción, dentro del discernimiento total y perfecto, a la pre­sencia de Dios? Lo haces cuando renuncias total y completamente a cualquier deseo de con­servar el ego. Vas de la percepción al conocimiento al dejar ir completamente cualquier nece­sidad de tener respuestas a la pregunta «Quien soy yo». Vas de la percepción al conocimiento al dejar ir completamente cualquier deseo de existir como un «yo» que parezca estar separado del resto de tu mundo.

La base del sueño

Los sueños son desahogos emocionales en el nivel de la percep­ción en los que literalmente profieres a gritos: «¡Quiero que las cosas sean así!» Y aparentemente lo consigues. Mas los sueños son inseparables de su fuente. La ira y el miedo los envuelven, y en cualquier instante la ilusión de satisfacción puede ser invadida por la ilusión de terror. Pues el sueño de que tienes la capacidad de controlar la realidad y de sustituirla por un mundo que pre­fieres es aterrante. Tus intentos de eliminar la realidad son aterra­dores, pero no estás dispuesto a aceptar esto. Por lo tanto, lo sustituyes con la fantasía de que la realidad es lo que es aterra­dor, y no lo que tú quieres hacer de ella. Y de este modo la culpa­bilidad se vuelve real.