Introducción al libro «Despierta del sueño»

Fue nuestro fracaso en despertar del sueño de rebelión lo que puso en movimiento el drama cósmico que culminó con la fabricación del universo físico. Además, es nuestro fracaso progresivo en despertar de nuestros sueños individuales lo que nos obliga a repetir este “drama” de separación en todos y cada uno de los aspectos de nuestro soñar en este mundo. El perdón se convierte en el medio que el Espíritu Santo, la respuesta de Dios a la separación, utiliza para corregir el pensamiento equivocado del Hijo y reunir a la fragmentada Filiación.

Los orígenes de la separación

La capacidad de extenderse es un aspecto fundamental de Dios que Él le dio a Su Hijo. En la creación, Dios Se extendió a Sí Mismo a Sus creaciones y les infundió la misma amorosa Volun­tad de crear que Él posee. No sólo fuiste plenamente creado, sino que fuiste creado perfecto. No existe vacuidad en ti. Debido a la semejanza que guardas con tu Creador eres creativo. Ningún Hijo de Dios puede perder esa facultad, ya que es inherente a lo que él es, pero puede usarla de forma inadecuada al proyectar. El uso inadecuado de la extensión -la proyección- tiene lugar cuando crees que existe en ti alguna carencia o vacuidad, y que puedes suplirla con tus propias ideas, en lugar de con la verdad.

Sueño

¿Si, en alguna parte en el espacio de variantes, hay un punto de apoyo antes de que renazcas en otra vida, respecto al cual nuestra vida puede considerarse un sueño, entonces qué marca el comienzo de este punto de origen? Evidentemente, Dios Omnipotente mismo. El alma de cualquier ser vivo es parte de Dios. Y cualquier vida es Su sueño. Podrías llegar a preguntar: ¿tiene Dios un punto de apoyo?
Dejemos que aquellos que alimentan esperanzas se rompan la cabeza con esta pregunta. Uno podría igual también hacer la pregunta: ¿hay algo más allá del universo visible? No sabemos, del mismo modo que las mariposas que recolectan néctar en África nunca descubren que América también existe y que crecen flores ahí también.
¿No es el mundo suficientemente glorioso? ¿Por qué pedir que nos den una explicación para todo? Podemos simplemente disfrutar de las flores a nuestro alcance.

Espejo dual

Cuando una oportunidad potencial es manifestada en la realidad, la superficie del espejo dual muestra una imagen simétrica. En un lado del espejo está el sector del espacio metafísico de variantes, y en otro lado está su manifestación material. Más aún, todos los seres vivos se están balanceando en el borde del espejo, porque su cuerpo y mente pertenecen al mundo material, mientras el alma sigue siendo inseparable del espacio de variantes.
Todos nosotros venimos a esta vida desde el espacio de variantes y ahí es a donde volveremos, como yendo entre bastidores, para cambiar nuestra apariencia y reaparecer en la superficie del espejo con un nuevo aspecto. En este teatro de máscaras, los actores retornan en un interminable ciclo de papeles. Habiendo interpretado un papel, el actor va entre bastidores por un minuto, se pone una máscara diferente y vuelve a entrar en el juego, habiendo olvidado completamente las cosas que le sucedieron antes de su última aparición en el escenario. El actor se pone tan entusiasmado con la imagen de su personaje que pierde toda noción de quién es él realmente. Pero cuando las escamas caen de sus ojos, el súbitamente descubre, para su sorpresa, que esta vida está lejos de ser su primera.

La base del sueño

Los sueños son desahogos emocionales en el nivel de la percep­ción en los que literalmente profieres a gritos: «¡Quiero que las cosas sean así!» Y aparentemente lo consigues. Mas los sueños son inseparables de su fuente. La ira y el miedo los envuelven, y en cualquier instante la ilusión de satisfacción puede ser invadida por la ilusión de terror. Pues el sueño de que tienes la capacidad de controlar la realidad y de sustituirla por un mundo que pre­fieres es aterrante. Tus intentos de eliminar la realidad son aterra­dores, pero no estás dispuesto a aceptar esto. Por lo tanto, lo sustituyes con la fantasía de que la realidad es lo que es aterra­dor, y no lo que tú quieres hacer de ella. Y de este modo la culpa­bilidad se vuelve real.