NO DUALISMO-VEDANTA

Ahora llegamos al advaita, que nos parece la flor más limpia de la filosofía y la religión que haya producido cualquier país en cualquier época; el pensamiento humano logra aquí su expresión más elevada y va más allá incluso del misterio que parece tan impenetrable. Se trata del no-dualismo vedanta. Es demasiado abstruso, demasiado elevado para ser una religión de masas. Incluso en la India, su lugar de nacimiento, donde ha reinado con supremacía en los últimos tres mil años, no ha podido penetrar en las masas.

Las Upanishad

En el prólogo a su edición de las Upanishad, Raimon Panikkar afirmaba que esta obra es “uno de los documentos sapienciales más antiguos y profundos de la humanidad” quizá porque según la tradición védica, se trata de un texto apauruseya, “sin hombre” es decir, son unas palabras primordiales que fueron transmitidas a la humanidad en su origen. Por eso, las Upanishad, al igual que todas las Escrituras sagradas, no proponen al lector un mundo mejor sino que describen otro mundo, no se refieren a este mundo ni intentan mejorarlo, dan a conocer otro mundo, el mundo por venir y esto es algo que vale la pena recordar en una sociedad como la nuestra en la que la ganancia inmediata es lo que más prima.

La filosofía del vedanta

El vedanta es una filosofía simple: afirma que nuestro verdadero Ser, lo que denomina Atman, es Dios. «Yo soy Dios» (aham brahmasmi) es la verdad suprema. La misma conciencia que reside en el núcleo de nuestro ser impregna por completo el universo entero. Conocernos a nosotros mismos es conocer a Dios y ser uno con todo. El vedanta es una filosofía de autorrealización, y su práctica es una forma de autorrealización a través del yoga y la meditación.

Presenta una vertiente teísta que reconoce a un creador cósmico (Ishvara) que gobierna en todo el universo a través de la ley del karma. Dios es el maestro supremo, el gurú más elevado de quien emanan todas las enseñanzas verdaderas por el poder de la palabra divina. El teísmo vedántico adopta muchas formas, como la adoración a Shiva, Vishnu o la Diosa. De hecho, puede acoger en su seno casi cualquier forma de teísmo que acepte el karma y la reencarnación.