Te enseñaron que eras pequeño

Te enseñaron que eras pequeño

Te enseñaron
que eras pequeño.
Te dijeron
que estabas incompleto, que eras limitado.
Que había algo que te hacía falta.
Que tenías alguna deficiencia. Que había algo ‘mal’ contigo.
(Ellos creían en el ‘bien’ y el ‘mal’).
Que eras ‘menos que.’
Y que otros eran ‘más que.’

Te vendieron una mentira.
Te alimentaron con una pesadilla.
Que el amor era condicional.
Que tenías que trabajar por él.
Ganártelo. Que tenías que ‘portarte bien’ para obtenerlo.
Que la fuente de tu valía
estaba fuera de ti.
Y que estaba fuera de tu control.
Y que dependía de
hacer mejor las cosas.
De ser más rápido. Más listo. Más silencioso.
De ser más alto, más hermoso, más exitoso.
De alcanzar mejores calificaciones.
De escalar alto. De descender cuando te lo ordenaran.
De hacer más. De tener más.
Dinero. Certificados. Títulos.
Alabanzas. Aplausos.
De construir una mejor imagen.
De construir un mejor yo.
Una mejor versión.
De estar actualizado.

Todo fue una mentira.

Eras adorable exactamente como eras.
En tu forma original.

Desde el principio, fuiste íntegro.
Y completo.
Y valioso.
Digno de amor.
Digno de una atención esmerada.
Digno de empatía.
Digno de seguridad.
Digno de consideración, de respeto.

Tus sentimientos eran importantes,
incluso los más incómodos.
Tu cuerpo era hermoso,
incluso con sus imperfecciones.
Tu voz era sagrada,
incluso cuando ellos no estaban de acuerdo.
Tu éxito era importante,
pero tus fracasos también eran puros.
Tu mundo era importante.
Tu ser era importante.
Tu inhalación era importante.
Tu exhalación también.

Te enseñaron que eras pequeño.
Te dijeron que estabas incompleto, que eras limitado.
Que había algo que te hacía falta.
Que tenías alguna deficiencia. Que había algo ‘mal’ contigo.
Que eras ‘menos que.’ Y que otros eran ‘más que.’

Estuvieron equivocados, siempre.

Sin embargo, perdónalos, Padre;
no sabían lo que estaban haciendo;
porque a ellos les enseñaron lo mismo.

– Jeff Foster