Viento de la intención

Una gota, al separarse del océano, no puede sentir la unidad con el océano ni recibir energía de él. Esta gota aislada cree existir por sí sola y que ella no tiene nada que ver con el océano. Pero cuando la gota vuelve a caer en el océano, se da cuenta de su unidad con él. La gota y el océano se funden. Por su esencia son lo mismo, es decir, el agua.

Una partícula de agua aislada puede adoptar varias formas: una gota, un copo de nieve, un trocito de hielo, una nube de vapor. Varias formas, pero la misma esencia. La partícula no recuerda y no comprende que ella y el océano son lo mismo. La partícula cree que el océano es: olas, espuma, salpicaduras, icebergs, corriente, calma chicha… Del mismo modo le parece que ella misma es una gota, o un copo de nieve, o una nube de vapor. Le resulta difícil, detrás de todas esas exteriorizaciones, ver una esencia común: el agua. Algo conocido, pero muy confuso, imperceptible.

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Los textos bíblicos, respecto a esa cuestión, nos revelan la verdad alterada por las concepciones de la mente. La confirmación de que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza es cierta. Sólo que la comprendemos de un modo tergiversado. Dios puede adoptar cualquier forma, pero su esencia no es que El tenga una cabeza, dos manos y dos piernas. Si comparamos a Dios con el océano y al hombre con la gota, resulta que tienen la misma esencia: el agua.

Según los testimonios de personas que han estado en el límite entre la vida y la muerte, el alma experimenta una inefable tranquilidad y suprema felicidad ante la sensación de su unidad con el cosmos. La gota ha vuelto al océano y recuperado la comprensión de su verdadera esencia: ella (la gota) es de la misma sustancia que el océano. Toda la energía del océano pasa a través de la gota.

Durante toda la historia de la civilización, la gente aspiraba a despertar en sí esa sensación de unidad con el cosmos en vida. Todas las escuelas de la perfección espiritual, en resumidas cuentas, persiguen el mismo fin: alcanzar la iluminación o, en otras palabras, sentir su unidad con este mundo, diluirse en el océano de energía y, al mismo tiempo, no perderse a sí mismo como entidad individual.

¿Qué es lo que recibe uno al alcanzar la iluminación? Recibe toda la energía del océano del universo a su disposición. El individuo no ve la principal diferencia entre él mismo y esa infinitud. Su energía mental entra en resonancia con la energía del océano. Es entonces cuando la intención del iluminado se torna idéntica a la intención exterior, a esa fuerza poderosa e inconcebible que dirige el mundo.

Cuando la forma de una cometa satisface los parámetros necesarios, se eleva por los fluidos del aire. Del mismo modo el hombre se engancha por el viento de la intención exterior, que le lleva al sector del espacio correspondiente a los parámetros de su emisión mental. Para poder moverse en el espacio de las variantes en una dirección determinada, el hombre ha de sentir ese viento de la intención exterior tan claro como siente el movimiento del aire o el agua.

Mientras el hombre no es consciente de su esencia y de la naturaleza de su identidad con el océano, la intención exterior nunca estará bajo su poder. Pero no nos proponemos tener por objetivo alcanzar la iluminación. Es una tarea demasiado difícil. Además, para realizar tus objetivos tampoco es indispensable. No tienes necesidad de irte al Tíbet y ahí ocuparte de meditar. El Transurfing te ofrece una escapatoria que te permitirá dominar la intención exterior en un grado pequeño, pero suficiente para cumplir tus deseos.

El principio de esa escapatoria es bastante simple. La mente tiene voluntad, pero no es capaz de manejar la intención exterior. El alma es capaz de sentir su identidad con la intención exterior, pero no tiene voluntad. Ella vuela en el espacio de las variantes como una cometa sin dirigir. Para someter la intención exterior a tu voluntad, será suficiente con que logres la unidad del alma y la mente.

Es una tarea bastante difícil, pero realmente factible. Como se demostró anteriormente, el trabajo de la intención exterior se revela con bastante evidencia en la realización de nuestros peores temores. En este caso la intención exterior actúa contra la voluntad de la mente. Sólo queda comprender de qué manera podemos realizar nuestras mejores esperanzas. En el capítulo «Intención» hemos determinado ya las primeras condiciones necesarias para dominar la intención exterior: estar consciente, disminuir la importancia y renunciar al deseo de alcanzar el objetivo. 

Vadim Zeland: El susurro de las estrellas de madrugada, cap. III