La mirada del amor es diferente a la mirada del pensamiento

Extracto de La única revolución 

La mirada del amor

Si pasas por los prados con sus miles de flores de todos los colores imaginables, desde el rojo brillante hasta el amarillo y el púrpura, y su hierba verde brillante lavada por la lluvia de anoche, rica y verde, nuevamente sin un solo movimiento de la maquinaria del pensamiento, –entonces sabrás lo que es el amor.

Mirar el cielo azul, las nubes altas y abiertas, las colinas verdes con sus líneas claras contra el cielo, la rica hierba y la flor marchita, mirar sin una palabra del ayer; entonces, cuando la mente está completamente quieta, en silencio y sin que ningún pensamiento la perturbe, cuando el observador está completamente ausente, entonces hay unidad. No es que estéis unidos con la flor, o con la nube, o con esas colinas arrebatadoras; más bien, hay un sentimiento de completo no-ser en el que cesa la división entre tú y el otro.

La mujer que llevaba las provisiones que compró en el mercado, el gran perro alsaciano negro, los dos niños jugando con la pelota: si puedes mirar todo esto sin una palabra, sin una medida, sin ninguna asociación, entonces la pelea entre tú y otro cesa. Este estado, sin la palabra, sin el pensamiento, es la expansión de la mente que no tiene límites, ni fronteras dentro de las cuales el Yo y el no-yo podemos existir.

No creas que esto es imaginación, o algún vuelo de la fantasía, o alguna experiencia mística deseada; No lo es. Es tan real como la abeja en esa flor, o la niña en su bicicleta, o el hombre que sube una escalera para pintar la casa: todo el conflicto de la mente en su separación ha llegado a su fin.

Miras sin la mirada del observador; miras sin el valor de la palabra y la medida del ayer.

La mirada del amor es diferente de la mirada del pensamiento.

Uno lleva en una dirección donde el pensamiento no puede seguir, y el otro conduce a la separación, el conflicto y el dolor.

De este dolor, no puedes ir al otro.

La distancia entre los dos está hecha por el pensamiento, y el pensamiento no puede alcanzar al otro de ninguna manera. 

Al volver caminando por los caseríos, los prados y la vía del tren, verás que el ayer ha llegado a su fin: la vida comienza donde termina el pensamiento.

J. Krishnamurti