El mundo que deseas

El mundo que ves es ciertamente despiadado, inestable y cruel, indiferente en lo que a ti respecta, presto a la venganza y lleno de odio inclemente. Da únicamente para más tarde quitar, y te despoja de todo aquello que por un tiempo creíste amar. En él no se puede encontrar amor duradero, por­que en él no hay amor. Dicho mundo es el mundo del tiempo, donde a todo le llega su fin.

El mundo que deseas

¿Cómo podría ser una pérdida, entonces, encontrar un mundo en el que es imposible perder, en el que el amor perdura eterna­mente y en el que el odio no existe y la venganza no tiene sen­tido? ¿Cómo podría ser una pérdida hallar todas las cosas que realmente anhelas, y saber que no tienen fin y que perdurarán a través del tiempo exactamente tal como las deseas? Incluso esas cosas se intercambiarán finalmente por aquello de lo que no podemos hablar, pues desde allí te trasladarás a donde las pala­bras son completamente inútiles, a un silencio en el que el lenguaje, si bien no es hablado, se entiende perfectamente.

La comunicación, inequívoca y clara como la luz del día, per­manece ilimitada por toda la eternidad. Y Dios Mismo le habla a Su Hijo, así como Su Hijo le habla a Él. El lenguaje en el que se comunican no tiene palabras, pues lo que se dicen no puede ser simbolizado. Su conocimiento es directo, perfectamente compar­tido y perfectamente uno. ¡Qué lejos te encuentras de esto tú que sigues encadenado a este mundo! Y, sin embargo, ¡qué cerca te encontrarás cuando lo intercambies por el mundo que sí deseas!

Ahora el último paso es seguro; ahora te encuentras sólo a un instante de la intemporalidad. Desde aquí sólo puedes mirar hacia adelante, pues nunca más querrás mirar hacia atrás para ver el mundo que ya no deseas. He aquí el mundo que viene a ocupar su lugar, a medida que liberas a tu mente de las nimieda­des que el mundo te ofrece para mantenerte prisionero. No les atribuyas ningún valor, y desaparecerán. Valóralas, y te parece­rán reales.

Ésas son tus opciones. ¿Qué puedes perder si eliges no valorar lo que no es nada? Este mundo no te ofrece nada que realmente desees, más el que eliges en su lugar ¡ése ciertamente lo deseas! Deja que se te conceda hoy. Ese mundo espera tan solo a que lo elijas para ocupar el lugar de todas las cosas que buscas, pero que no deseas.

El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.

Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.

Un curso de Milagros II – Ejercicios 129