Acéptate tal como eres

Acéptate tal como eres. Si conoces cuáles son los defectos que puedan impedirte lograr tu objetivo y consideras que no posees ciertos hábitos o conocimien­tos, acéptalo. Permítete el lujo de tener defec­tos y no poseer cualidades necesarias. Eso te ayudará mucho, te aliviará y tranquilizará. Si luchas contra tus imperfecciones e intentas disimular la falta de cualidades necesarias, éstas seguramente aparecerán durante alguna prueba decisiva.

Acéptate tal como eres

La no aceptación se hará saber en modo de obstáculos. Tú mismo crearás esas barreras. En primer lugar, el sentimiento de culpa e infe­rioridad crea potencial excesivo. Las fuerzas equiponderantes empeorarán la situación aún más. En segundo lugar, la intención exterior sin duda realizará esos temores. Lo que intentas bloquear, infaliblemente estará incluido en el guion. Por ejemplo, en una entrevista, sin falta te harán una pregunta a la que temes. O te pedirán demostrar algo que no sepas hacer. Pero lo más importante es que, en un momento crucial, te sentirás cohibido o entrarás en estado de estupor.

¿En qué se gasta tu energía? En mantener el potencial excesivo de la importancia, en la lucha contra las fuerzas equiponderantes y en el manejo de la situación que se te va rápidamente de las manos. Cuanta más significación atribuyas a tus imperfecciones, más fre­néticamente se opondrán las fuerzas equiponderantes. Cuanto más aprietes el agarre del control, más fuerte será la presión de la corrien­te de las variantes, que no tiene absolutamente ninguna intención de detenerse. Total, toda la energía de tu intención está agotada. ¿De qué eres capaz en tal estado?

Es poco probable que puedas ocultar tus imperfecciones. Es mejor concentrarte en tus cualidades. Tú mismo notarás hasta qué punto te sentirás mejor, libre y más a gusto cuando te sueltes y aceptes tus imperfecciones antes de aquel acontecimiento, en el que debes mostrar lo mejor de ti. Puede ser una entrevista, un examen, una intervención, una competición, al fin y al cabo, una cita. Quíta­te la importancia interior. Concédete la indulgencia (absolución de los pecados) de tus imperfecciones y te sentirás como si te hubieses librado de un gran peso: eso significa que ha desaparecido el poten­cial excesivo y se ha liberado la energía de la intención.

La lucha contra las propias imperfecciones es el trabajo sin sen­tido de la intención interior. Es el esfuerzo de la mosca golpeándose contra el cristal. Eliminar el potencial excesivo y liberar la energía te brinda grandes ventajas.

Por algo se dice: «Mientras los ojos temen, las manos hacen». ¿Qué es mejor? ¿Estar atormentado por las dudas, revolcarse en los complejos propios, relamerse del deseo, ocultar desesperadamente los defectos y babear? ¿O simplemente quitarse de encima toda esa porquería y hacer con calma el trabajo de la intención purificada? Si te resulta imposible quitarte la importancia, entonces tienes que soltar el agarre del control sobre la situación y pasar de las preocu­paciones a la acción activa en sí. Simplemente empieza a actuar, de cualquier modo que puedas. No importa si resulta eficaz o no. Permítete actuar de mal a peor. El potencial de la importancia se disipará en el proceso del movimiento, se liberará la energía de la intención y entonces todo te saldrá bien.

Vadim Zeland: Adelante al pasado, cap. 2