El arte de escuchar

En el corazón de este enfoque, ya sea que se trate del autoconocimiento o del conocimiento del cuerpo, está la forma de observar: el arte de escuchar. Normalmente concebimos la observación como dirigida a algún objeto, una concentración, pero aquí permitimos que el objeto aparezca en la observación. Escuchar aquí no se refiere a nuestros oídos, ni a una función cerebral, sino a nuestra total apertura. No se trata de intentar escuchar ya que escuchar es nuestro estado natural, sino de ver que no escuchamos.

El arte de escuchar

En la escucha incondicional, la escucha sin elección, estamos completamente abiertos. Es una apertura libre de propósito o intención. Es una inocente acogida de todo lo que aparece. Es como un científico sin presupuestos, simplemente abierto a los hechos.

Sin embargo, rara vez escuchamos de esta manera impersonal. Es la naturaleza del ego agarrar y buscar seguridad en lo que se observa. En lugar de solo mirar, interpretamos, analizamos, juzgamos, comparamos o nos perdemos en el sentimiento o pensamiento. Cuando estamos buscando algo a partir de la percepción, hay una ganancia final y estamos atrapados en el proceso de devenir.

En lugar de ver lo que es, tendemos a ver lo que queremos ver, nuestras propias proyecciones. El ego siempre está eligiendo lo que le produce placer y descartando lo que le produce dolor.

Lo fenoménico está mojado con lo noumenal, por eso lo fenoménico da el presentimiento de lo Último.

Jean Klein , El libro de la escucha

Estamos demasiado dominados por la mente conceptual (abstracción) y vivimos muy poco en la visión directa. En lugar de quedarnos en la percepción, que siempre está en el presente, saltamos demasiado rápido al concepto, que es la memoria; en lugar de ver realmente la flor, dejar que su riqueza se desarrolle y sentir la sensación de asombro, somos demasiado rápidos para nombrarla y categorizarla. Así los sentidos se atrofian, nos separamos de la totalidad y vivimos en nuestro propio mundo conceptual aislado. Después de la percepción directa, cuando superponemos un concepto, la sensación cesa, ya que concepto y percepción no pueden coexistir. Pero si sostenemos la observación pura, inocente de toda intención, y no aprisionamos el objeto en nuestra mente, le damos libertad para que se exprese por completo. Entonces muere por sí mismo en nuestra presencia; lo percibido retrocede cada vez más y nos encontramos en una escucha sin objeto. Descubrimos que esta escucha incondicional es nuestra verdadera naturaleza.

En este observar está la ausencia total de ti mismo. Es tu presencia real.

Jean Klein, Verdad Viva

Jean nos recordaba a menudo que devolviéramos lo percibido a lo que se percibe; llevar lo visto al ver, lo oído al oído, lo sentido al sentimiento, devolver cada objeto a su lugar de origen. Al hacerlo, santificamos el objeto, ya no es profano. Los objetos no están fuera de nosotros, tienen su potencial en nosotros, y así cuando la energía ya no está dirigida, cuando el énfasis ya no está en lo visto, naturalmente y sin volición, se disuelve de nuevo en el ver, la conciencia no dual que es el trasfondo de toda dualidad aparente. La energía que antes era excéntrica ahora es concéntrica. Nos encontramos en el ver; la conciencia y el percibir son uno, no hay nada fuera de nosotros. La escucha no se puede localizar, está más allá del espacio y el tiempo.

Jean Klein