Rompimiento
A veces no llegas a ser un Buda.
A veces solo tienes que romperte. Y sentir.
Tienes que perder tu precioso ‘despertar espiritual’.
Solo tienes que ser un ser humano, sentir.
A veces resurge el viejo dolor. Viejo miedo. Tristeza. Trauma.
El dolor abrasador del niño abandonado. La rabia de un universo olvidado.
Y de repente, todas sus intuiciones espirituales se desmoronan, todas las hermosas palabras espirituales de los hermosos maestros espirituales, todos los conceptos e ideas sobre el despertar y la iluminación, y la perfección pura de la conciencia pura e inmaculada, y el Yo desinteresado y el yo.
El camino hacia futuros gloriosos, y el sabio gurú, de repente son palabras sin sentido, vacías, tonterías de segunda mano y muertas para ti. Lo que es real, ahora, y vivo, es el ardor en el vientre, el fuego en el corazón. Inevitable. Intenso. Tan cerca. Tan presente.
A veces solo hay que sentir. No tienes elección. Y sentir tus pies en el suelo. Y respirar en la incomodidad.
Y confiar, y tal vez confiar en que no puedes confiar en este momento. Y tomarlo momento a momento, a momento, a momento.
Y sabe que nada está trabajando en tu contra.
Despierta de tu sueño de cómo ‘debería’ ser este momento. Y desecha todas tus ideas de segunda mano sobre el camino.
A veces, tu espiritualidad tiene que hacerse añicos, para que finalmente puedas darte cuenta de esta espiritualidad más profunda de sentimiento, presencia y vida con los pies en el suelo y el sonido de los pájaros cantando en la distancia, y una entrega total a este precioso momento.
Jeff Foster