Sólo puedes experimentar dos emociones

Sólo puedes experimentar dos emociones: amor y miedo. Una de ellas es inmutable aunque se inter­cambia continuamente, al ser ofrecida por lo eterno a lo eterno. Por mediode este intercambio es como se extiende, pues aumenta al darse. La otra adopta muchas formas, ya que el con­tenido de las fantasías individuales difiere enormemente. Mas todas ellastienen algo en común: son todas dementes. Están compuestasde imágenes que no se pueden ver y de sonidos que no se pueden oír. Constituyen un mundo privado que no se puede compartir. Pues únicamente tienen sentido para su hace­dor, y, por consiguiente, no tienen sentido en absoluto. En este mundo su hacedor ronda solo, ya que únicamente él las percibe.

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Cada cual puebla su mundo de figuras procedentes de su pasado individual, y ésa es la razón de que los mundos privados difieran tanto entre sí. No obstante, las imágenes que cada cual ve jamás han sido reales, pues están compuestas únicamente de sus reacciones hacia sus hermanos, y no incluyen las reacciones de éstos hacia él. No se da cuenta, por lo tanto, de que él mismo las forjó y de que están incompletas. Pues dichas figuras no tie­nen testigos, al ser percibidas únicamente por una mente sepa­rada.

A través de estas extrañas y sombrías figuras es como los que no están cuerdos se relacionan con su mundo demente. Pues sólo ven a aquellos que les recuerdan esas imágenes, y es con ellas con las que se relacionan. Por lo tanto, se comunican con los que no están ahí, y son éstos quienes les contestan: Mas nadie oye su respuesta, excepto aquel que los invocó, y sólo él cree que le contestaron. La proyección da lugar a la percepción, y no pue­des ver más allá de ella. Has atacado a tu hermano una y otra vez porque viste en él una sombría figura de tu mundo privado. Y así, no puedes sino atacarte a ti mismo primero, pues lo que atacasno está en los demás. La única realidad de lo que atacas se encuentra en tu propia mente, y al atacar a otros estás literal­mente atacando algo que no está ahí.

Los que viven engañados pueden ser muy destructivos, pues no se dan cuenta de que se han condenado a sí mismos. No desean morir, sin embargo no dejan de condenar. De esta manera, cada uno se aisló en su propio mundo, en el que reina el desorden y en el que lo que está adentro aparenta estar afuera. Mas no ven lo que está adentro, pues no pueden reconocer la realidad de sus hermanos.

Sólo puedes experimentar dos emociones, pero en tu mundo privado reaccionas ante cada una de ellas como si se tratase de la otra. El amor no puede residir en un mundo aparte, donde no se le reconoce cuando hace acto de presencia. Si lo que ves en tu hermano es tu propio odio, no estás viéndolo a él. Todo el mundo se acerca a lo que ama, yse aleja de lo que teme. Y tú reaccionas con miedo ante el amor y te alejas de él. Sin embargo, el miedo te atrae, y tomándolo por amor, lo invitas a que venga a ti. Tu mundo privado está lleno de figuras tétricas que tú mismo has invitado, y, por lo tanto, no puedes ver todo el amor que tus hermanos te ofrecen.

La visión depende de la luz. En la oscuridad no puedes ver. Mas en la oscuridad –el mundo privado que habitas cuando duermes– ves en sueños a pesar de que tus ojos están cerrados. Ahí es donde lo que ves es obra tuya. Con todo, si abandonas la oscuridad dejarás de ver todo lo que hiciste, pues verlo depende de negar la visión. Sin embargo, negar la visión no quiere decir que no puedas ver. Mas eso es lo que hace la negación, pues mediante ella aceptas la demencia, al creer que puedes construir un mundo privado y gobernar tu propia percepción. Mas para esto, la luz tiene que ser excluida. Cuando ésta llega, no ­obstante, los sueños se desvanecen y entonces puedes ver.

No intentes alcanzar la visión valiéndote de los ojos, pues tú mismo inventaste tu manera de ver para así poder ver en la os­curidad, y en eso te engañas. Más allá de esta oscuridad, pero todavía dentro de ti, se encuentra la visión de Cristo, Quien con­templa todo en la luz. Tu «visión» emana del miedo, tal como la Suya emana del amor. Él ve por ti, al ser tu testigo del mundo real. Él es la manifestación del Espíritu Santo, y lo único que hace es contemplar el mundo real, invocar a sus testigos y acer­cártelos. Cristo ama lo que ve en ti, y Su deseo es extenderlo. Y no retornará al Padre hasta que haya extendido tu percepción de forma que incluya al Padre. Y allí acaba la percepción, pues Él te habrá llevado consigo de vuelta al Padre.

Solo puedes experimentar dos emociones. Una la inventaste tú y la otra se te dio. Cada una de ellas representa una manera diferente de ver las cosas, y de sus correspondientes perspectivas emanan dos mundos distintos. Ve a través de la visión que se te ha dado, pues a través de la visión de Cristo Él se contempla a Sí Mismo. Y al ver lo que Él es, conoce a Su Padre. Más allá de tus sueños más tenebrosos Él ve en ti al inocente Hijo de Dios, res­plandeciendo con un fulgor perfecto que tus sueños no pueden atenuar. Y esto es lo que verás a medidaque veas todo a través de Su visión, pues Su visión es el regalo de amor que Él te hace, y que el Padre le dio para ti.

Al ver al Hijo, ascendieron con Él hasta el Padre. Y todo esto lo entenderán porque miraron en su interior, más allá de la oscuridad, y al ver el Cristo en ellos lo reconocieron. En la cordura de Su visión se contemplaron a sí mismos con amor, y se vieron tal como el Espíritu Santo los ve. Y con esta visión de la verdad que mora en ellos, toda la belleza del mundo vino a resplandecer sobre ellos.

UCDM 1, cap. 13-V