Sombras del pasado

¿Cómo puede el Espíritu Santo introducir Su interpretación de que el cuerpo es un medio de comunicación en las relaciones cuyo único propósito es separarse de la realidad? Lo que el per­dón es, es lo que le capacita para hacerlo. Si se ha olvidado todo, excepto los pensamientos amorosos, lo que queda es eterno. Y el pasado transformado se vuelve como el presente. El pasado deja de estar en conflicto con el ahora. Esta continuidad extiende el presente al aumentar su realidad y su valor en la percepción que tienes de él. En estos pensamientos amorosos, y oculta tras la fealdad de la relación no santa en la que se recuerda el odio, se encuentra la chispa de belleza dispuesta a cobrar vida tan pronto como se le entregue la relación a Aquel que le infunde vida y belleza. Por eso es por lo que la Expiación se centra en el pasado, que es la fuente de la separación y donde ésta debe ser des-hecha. Pues la separación debe ser corregida allí donde fue concebida.

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El ego trata de «resolver» sus problemas, no en su punto de origen, sino donde no fueron concebidos. Y así es como trata de garantizar que no tengan solución. Lo único que el Espíritu Santo desea es resolver todo completa y perfectamente, de modo que busca y halla la fuente de los problemas allí donde ésta se encuen­tra, y allí mismo la deshace. Y con cada paso del proceso de des­hacer que Él lleva a cabo, la separación se va deshaciendo más y más, y la unión se vuelve cada vez más inminente. Ninguna «razón» que hable en favor de la separación le causa confusión alguna. Lo único que percibe en la separación es que tiene que ser des-hecha. Permite que Él descubra la chispa de belleza que se encuentra oculta en tus relaciones y te la revele. Su belleza te atraerá tanto, que no estarás dispuesto a perderla de vista nuevamente. Y dejarás que esta chispa transforme la relación de modo que la puedas ver más y más. Pues la desearás más y más, y estarás cada vez menos dispuesto a que esté oculta de ti. Y aprenderás a buscar y a establecer las condiciones en las que esta belleza se puede ver.

Harás todo esto gustosamente, sólo con que le dejes mantener la chispa delante de ti para que alumbre tu camino y puedas verlo con claridad. El Hijo de Dios es uno. A quienes Dios ha unido como uno, el ego no los puede desunir. Por muy oculta que se encuentre en toda relación, la chispa de la santidad no puede sino estar a salvo. Pues el Creador de la única relación que existe no se ha excluido a Sí Mismo de ninguno de sus aspectos. Éste es el único aspecto de la relación que el Espíritu Santo ve porque sabe que únicamente ese aspecto es verdad. Tú has hecho que la rela­ción sea irreal y, por lo tanto, no santa, al verla como no es y donde no está. Entrégale el pasado a Aquel que puede hacer que cambies de parecer con respecto a él por ti. Pero asegúrate antes que nada de que te das cuenta plenamente de lo que has hecho que el pasado represente, y por qué.

El pasado se convierte en la justificación para entablar una alianza continua y profana con el ego contra el presente. Pues el presente es perdón. Por lo tanto, las relaciones que la alianza no santa fomenta no se perciben ni se experimentan como si estuvie­sen ocurriendo ahora. Mas el marco de referencia al que se recu­rre para que le dé significado al presente es una ilusión del pasado en la que se conservan aquellos elementos que se ajustan al propósito de la relación no santa, y se abandonan todos los demás. Y lo que de esta manera se abandona, es toda la verdad que el pasado jamás habría podido ofrecer al presente para que diese testimonio de la realidad de éste. Lo que se conserva no hace sino dar testimonio de la realidad de los sueños.

Sigue estando en tus manos elegir unirte a la verdad o a la ilusión. Pero recuerda que elegir una es abandonar la otra. Dota­rás de belleza y realidad a la que elijas porque tu elección depende de cuál valoras más. La chispa de belleza o el velo de fealdad, el mundo real o el de la culpabilidad y el miedo, la verdad o la ilusión, la libertad o la esclavitud, es todo lo mismo. Pues no puedes elegir más que entre Dios o el ego. Todo sistema de pen­samiento o bien es verdadero o bien falso, y todos sus atributos se derivan naturalmente de lo que es. Únicamente los Pensamientos de Dios son verdaderos. Y todo lo que se deriva de ellos procede de lo que son, y es tan verdadero como la santa Fuente de donde procedieron.

Santo hermano mío, quiero formar parte de todas tus relacio­nes, e interponerme entre tus fantasías y tú. Permite que mi rela­ción contigo sea algo real para ti, y déjame infundirle realidad a la percepción que tienes de tus hermanos. No fueron creados para que pudieses hacerte daño a través de ellos. Fueron creados para crear junto contigo. Ésta es la verdad que quiero interponer entre tu objetivo de locura y tú. No te separes de mí ni dejes que el santo propósito de la Expiación se pierda de vista en sueños de venganza. Las relaciones en las que tales sueños se tienen en gran estima me excluyen a mí. En el Nombre de Dios, déjame entrar a formar parte de ellas y brindarte paz para que tú a tu vez puedas ofrecerme paz a mí.

UCDM 1: cap. 17-III