LA CUALIDAD MÁGICA DE LA VIDA

Cuando abrimos la puerta y vemos que está lloviendo podemos decir: “¡Cómo odio la lluvia! ¡No debería estar lloviendo! ¡Odio los días de lluvia!”. En ese momento, estamos en oposición con la realidad. La realidad es, sencillamente, que está lloviendo; eso es lo que es real. Si discutimos con ello, si lo juzgamos, entonces estamos reñidos con la vida. Se nos enseña de muchas maneras inconscientes que, si no discutimos con lo que es, de alguna forma no estamos haciendo lo que debemos como seres humanos.

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Pero ¿qué efectos tiene nuestro juicio y evaluación constantes de lo que fue y de lo que es? ¿Qué efecto ejerce esto sobre nosotros, individual y colectivamente? ¿Nos conduce verdaderamente a la paz? ¿Nos conduce verdaderamente a la cordura? Y, lo que es más importante, ¿es verdad, siquiera? ¿Es verdad, realmente, que este momento debe ser diferente de cómo es? ¿Es verdad, realmente, que el pasado debería haber sido diferente de cómo fue? Cuando empezamos a abrir  la mente, vemos que este estado continuo de evaluación nos conduce en realidad al sufrimiento. Cuando vemos esto con claridad es cuando podemos empezar a ser capaces de dejarlo.

Cuando empiezan a abrirse nuestras mentes, dejamos de encontrarnos en un estado constante de evaluación y de juicio. Entonces se nos abren los sentidos de manera natural y podemos ver de verdad lo que tenemos delante. Los ojos se nos abren de una manera diferente, el oído se nos abre de una manera diferente, las emociones se nos abren, los corazones se nos abren a toda la existencia. Vemos cómo los juicios y las condenas nos cierran el corazón y nos endurecen ante nuestra experiencia de la vida y de los demás. La apertura mental te permite abrazar la naturaleza de tu experiencia. Esto no quiere decir    que te tengan que gustar todas tus experiencias; hay experiencias que son dolorosas; hay experiencias que son desagradables. La apertura mental no significa abrirse sólo a las partes buenas de la vida; significa abrirse a todo. Y aquí es cuando empiezas a descubrir un tipo de quietud interior, una estabilidad interior, la vasta extensión inmutable que está en el corazón de todo.

Esta quietud, esta estabilidad interior, no se encuentra a base de hacer el esfuerzo de estar quieto en sentido literal. Por el contrario, llega de manera natural, por sí misma, cuando nos abrimos a la vida en cualquier momento dado. Es una quietud de inclusión, un tipo de quietud que lo abraza todo. En vez de ver la vida como un terreno de negociación constante, empiezas a ver un cierto tipo de magia inherente en toda la existencia; hay una gracia misteriosa que lo impregna todo. Pero no es mágica por su manera concreta de desarrollarse. Cuando hablo de “magia”, me refiero a un sentido de asombro y de satisfacción profunda, porque la vida, en sí, es muy misteriosa. No se desarrolla del modo que nosotros creemos que debería, ni siquiera del modo que querríamos que se desarrollara. Si somos capaces de dejar de pensar que tendría que ser de un modo determinado, entonces la vida empieza a desvelar sus cualidades mágicas

En esencia, caemos en la gracia. Quiero decir con esto que se revela una cierta cualidad misteriosa que nos acoge en una intimidad con toda la existencia. Esta es algo que buscan muchas personas sin saberlo siquiera. Casi todo el mundo busca intimidad, una cercanía, un sentimiento de unión con su propia existencia, o con Dios, o con el concepto que tengan de la realidad superior. Todo este anhelo procede en realidad de nuestro deseo de cercanía, de intimidad y de unión verdadera.

Cuando nos abrimos a la vida de esta manera, empezamos a encontrar una estabilidad interior, simplemente porque ya no estamos reñidos con nuestra experiencia. En cualquier momento en que entablemos una discusión con nuestra experiencia (una discusión con la vida), podemos mirar si conduce verdaderamente a la paz, si tiene verdaderamente sentido, o si en realidad no conduce más que a la discordia y al conflicto. Empezamos entonces a encontrar este silencio, y encontramos un terreno en ese silencio que es muy estabilizador. Hay una sensación de haber vuelto a casa, una sensación de “aaaah, por fin estoy alienado con lo que pasa”. Esta es la magia. Esto es lo que hace surgir una sensación de paz interior, de equilibrio interior y de ponderación. Y es dentro de este silencio donde se encuentra la estabilidad verdadera.

Adyashanti- EL FIN DEL SUFRIMIENTO