La falsa personalidad II

El «yo» sólo se presume; no sabemos qué es el «yo». Pero conozco a «Ouspensky» y puedo estudiarlo en todas sus manifestaciones. De modo que debo empezar con «Ouspensky», El «yo» es elusivo y muy pequeño; sólo existe como potencialidad; si no crece, la falsa personalidad continuará controlándolo todo. Muchas personas cometen el error de pensar que saben cuál es cuál. Dicen «este es el yo», cuando en realidad es la falsa personalidad. Este está conectado generalmente con nuestra capacidad para desempeñar roles. Es una capacidad limitadísima; por lo general tenemos unos cinco o seis roles, si los observamos o no. Podemos advertir cierta semejanza, totalmente desorientadora, entre estos roles, y luego, consciente o inconscientemente, llegar a la conclusión de que detrás de ellos hay una individualidad permanente. La llamamos «yo» y pensamos que está detrás de todas las manifestaciones, cuando en realidad es un cuadro imaginario de nosotros mismos. Este cuadro ha de estudiarse. Es imposible tener un conocimiento práctico de uno mismo si no se conoce la propia falsa personalidad. Mientras pensemos que somos uno solo, todas nuestras definiciones están equivocadas. Sólo cuando un hombre conoce que todas sus intenciones, deseos, etc., no son reales, que son falsa personalidad, sólo entonces puede obtener algo. Este es el único trabajo práctico posible, y es dificilísimo. La falsa personalidad tiene que desaparecer, o al menos volverse impotente para obstaculizar nuestro trabajo. Pero se defenderá y no cederá fácilmente. El trabajo es lucha con la falsa personalidad que contraatacará, principalmente a través de la mentira, pues la mentira es su arma más fuerte.

2 (269)

El «yo» sólo puede estar en el estado de consciencia de sí, y cada momento en el trabajo de crear la consciencia de sí significa esfuerzo. Nada puede «ocurrir» por sí mismo. Si cambiamos nuestro ser, las cosas serán diferentes, pero en este estado nada puede ser diferente.

Debe separar en usted lo que puede controlar y lo que no puede controlar. Lo que no puede controlar pertenece a la falsa personalidad, y lo que puede controlar pertenece a usted.

Debemos pensar sobre lo que queremos, separar lo importante de lo no importante. El trabajo sobre uno mismo, el deseo de conocerse y las ideas del trabajo, la lucha para crear la consciencia, no son mecánicos: de eso podemos estar seguros. Y si miramos desde este punto de vista, veremos en nosotros muchas cosas imaginarias. Estas cosas imaginarias son la falsa personalidad: las emociones imaginarias, los intereses imaginarios, las ideas imaginarias sobre nosotros mismos. Debemos comprender cuánto estamos en poder de esta falsa personalidad y de cosas inventadas que no tienen existencia real, y debemos separaren nosotros aquello de lo que realmente podemos depender, de aquello de lo cual no dependemos.

Realmente, puede usar la palabra «yo» sólo en relación con la parte más consciente de usted: el deseo de trabajar, el deseo de entender, el darse cuenta de no entender, el darse cuenta de la mecanicidad; a eso puede llamarlo «yo». El «yo» empieza a crecer sólo en conexión con el estudio, con el trabajo sobre uno mismo; de otro modo, no puede crecer y no hay cambio. Un «yo» permanente no sobreviene totalmente de repente. Todos los «yoes» ilusorios desaparecen poco a poco, y el «yo» real crece gradualmente cada vez más vigoroso, principalmente a través del recuerdo de sí.

El recuerdo de sí en el sentido de consciencia justa es muy bueno, pero poco a poco, cuando usted sigue, se conecta con otros intereses, con lo que usted quiere conseguir. Ahora, en un momento usted lo recuerda, y luego lo olvida por un día o una semana; pero es necesario recordarlo todo el tiempo.

P. D. Ouspensky: El cuato camino, cap. VII