MIRAR LA VIDA

Hoy meditaba ante la actitud humana sobre la vida y el por qué  son tantas las veces en las que nos sentimos mal. Es cierto que los acontecimientos diarios  que nos han tocado vivir nos ponen a prueba, pero miremos bien y reconozcamos cuantas son las veces en las que solo perseguimos lo que nos gusta y nos da bienestar y rehuimos rechazando lo que nos repele. Nadamos siempre entre estas dos corrientes y esto, no cabe duda, nos deja exhaustos, cansados e insatisfechos.

¿Es posible observar la vida tal como es en su fluir constante, sin quererle imponer las preferencias del momento?

Mirar la vida

Creo que la vida nos ofrece esta posibilidad. Podemos mirar sin agarrarnos a los deseos del ego, a su visión distorsionada que sólo atrae para sí.  Podemos ver los acontecimientos tomando distancia, pues esa es la manera de poder ver en amplitud, dejando apartado el propio gusto, la opinión personal para obtener una mayor aceptación ante nuestra mirada de manera que todo se contemple de forma limpia, sin los obstáculos de nuestras pretensiones personales, objetivamente.

Somos millones en el mundo y cada ser tiene esta ambivalencia, entonces… ¿cómo catalogar de forma contundente si lo que es nuestra preferencia tiene su peso y razón y lo que rechazamos no? Meditemos.

Esto nos conduce a reconocer que buscar la verdad no está exenta de esfuerzo, pero… ¿realmente quien se esfuerza sino la voluntad del ego? Desde esta perspectiva no podemos asegurarnos encontrarla. Caemos otra vez en la dualidad engañosa. Es desde otro lugar, desde la entrega donde podemos vislumbrar lo real. El esfuerzo es resistencia, sin embargo el soltar, el abandono en la voluntad del Ser permite que algo nuevo se haga realidad en  nuestra consciencia. El no hacer haciendo.  Permitir ser un instrumento para que lo que tenga que ser sea, sin poner ningún obstáculo en este proceso.

EL resultado de  no intervenir, de fluir y dejarse impregnar por algo que va más allá de la propia voluntad y deseo es el asombro por lo nuevo, lo revelado. Nos vemos como ese niño que vive intensamente el momento del juego, que se alegra ante la perspectiva de compartirlo y que se siente en esta sencillez, completo sin esperar más. Lo tiene todo.

Encarna Penalba