Nunca tienes que dejar de brillar

Nunca tienes que dejar de brillar. Y no tienes que volverte perfecto. La gracia no es algo que uno se merezca, no es algo que deba justificarse, es algo que de cualquier forma nos es dado. No necesitas alcanzar estados trascendentes. No tienes que sentirte alegre todo el tiempo, o dichoso todo el tiempo, o seguro todo el tiempo, o sin miedo todo el tiempo. No necesitas contar con todas las respuestas. Tu duda, tu tristeza, tu inseguridad, incluso tu desesperación son todos santos, y espirituales, y están imbuidos de luz, y desean ser abrazados, no apartados. Incluso tu falta de confianza es confiable, y tu incapacidad de amar es digna de amor a la luz del amor. Eres íntegro, y siempre has sido íntegro, y el coraje no es la ausencia de miedo o duda, sino la disposición de incluir todo ello en tu inmenso corazón, mientras das el siguiente paso, y el siguiente…