El hombre no trabaja bien

Todo el tiempo, desde lados diferentes, llegamos a la conclusión de que el hombre no trabaja bien. Oímos hablar de centros superiores, y al mismo tiempo se nos dice que no estamos conectados con ellos, que no trabajan para nosotros, o que, si lo hacen, nada sabemos sobre su trabajo. Comprendemos que nuestra mente corriente no es suficiente para tratar los problemas que queremos resolver. Hay muchas cosas que queremos saber, pero, sobre eso, nuestra mente nada puede hacer. Este simple diagrama, y otros diagramas que estudiamos en este sistema, nos muestran cómo estudiarnos, cómo mejorarnos y qué mejorarnos. Pero ningún mejoramiento es posible hasta que detengamos las pérdidas, pues de nada sirve aumentar la producción de energía si hay pérdidas por todas partes.

El hombre no trabaja bien

Mediante el recuerdo de sí podemos detener las pérdidas. Es necesario desarrollar la consciencia, y esto traerá consigo la posibilidad de usar mejor los órganos de percepción y cognición. Sin los centros superiores, no podemos hacer mucho, y he aquí por qué un enfoque filosófico no es de mucha utilidad. Puede inventar ciertas teorías y luego se detiene. No desarrolla los centros superiores que son los únicos que pueden entender plenamente las ideas. La filosofía no los toca.

Cada centro tiene su propio almacén de energía Tomaremos la máquina humana desde el punto de vista de los centros. Es la misma máquina. La energía creada en el organismo se conserva en cierto gran acumulador que está conectado con dos acumuladores pequeños, ubicados cerca de cada centro.

Supongamos que el hombre empieza a pensar y usa la energía de uno de los pequeños acumuladores del centro intelectual. La energía del acumulador baja cada vez más y, cuando llega al mínimo, el hombre se cansa. Entonces realiza un esfuerzo, o se toma un breve descanso, o bosteza, y se conecta con el segundo acumulador pequeño. Resulta muy interesante que el bostezo sea una ayuda especial aportada por la naturaleza para pasar de un acumulador a otro. El hombre sigue pensando y extrayendo energía del segundo acumulador, se cansa otra vez, bosteza, o enciende un cigarrillo, y se conecta nuevamente con el primer acumulador pequeño. Pero ese acumulador sólo puede estar semi-lleno y se agota rápidamente. Se conecta una vez más con el segundo, que está sólo lleno en una cuarta parte, y sigue así hasta que llegue el tiempo en que ambos acumuladores estén vacíos. Si en ese momento el hombre realiza un esfuerzo especial de la clase correcta, puede conectarse directamente con un acumulador grande. Esta es la única explicación de los milagros, pues entonces tendrá un enorme suministro de energía. Pero esto necesita un esfuerzo grandísimo: no un esfuerzo corriente. Si agota al acumulador grande, muere, pero generalmente se queda dormido o se vuelve inconsciente mucho antes de eso, de modo que no hay peligro. En la vida corriente, esta conexión con el acumulador grande sucede a veces en circunstancias extraordinarias, como en momentos de peligro extremo.

He aquí por qué este sistema es de acumuladores pequeños. Si uno pudiese conectarse fácilmente con el acumulador grande, uno no podría detener nunca, por ejemplo, su ira, durante una semana, y entonces uno moriría. De modo que, por lo general, uno no se conecta con el acumulador grande hasta que controló las emociones negativas. Las emociones son más fuertes que otras funciones, de modo que si uno fuera a entrar en una emoción negativa y tuviera energía ilimitada, eso sería demasiado peligroso.

Acumuladores

Puede acumularse energía suficiente en los acumuladores pequeños, para el trabajo corriente, para la vida corriente es suficiente, pero a veces las personas que están habitualmente cansadas usan sólo la mitad del acumulador y ya dicen que están demasiado agotadas y no pueden hacer nada. En concreto, mientras haya algo en los acumuladores pequeños, no tenemos derecho a estar cansados. He ahí por qué los esfuerzos físicos son útiles. Tememos estar cansados. Por supuesto, podríamos tener mucha más energía de la que tenemos si no la desperdiciáramos en emociones negativas y otras cosas inútiles.

¡Esfuerzos! ¡Esfuerzos! Cuantos más esfuerzos realice, más energía podrá obtener. Sin esfuerzos, no podrá obtener energía. Aunque ésta esté en usted, puede estar en el lugar incorrecto. No piense en eso teóricamente; piense simplemente que tiene en usted mucha energía que nunca usa, y que debe realizar más esfuerzos para usarla.

A veces empieza con esfuerzos pequeños, Si no realiza esfuerzos pequeños, jamás podrá realizar esfuerzos grandes. Es absolutamente correcto que la energía es necesaria, pero la energía está en nosotros. Tenemos bastante energía, al menos al comienzo, y si la usamos para el trabajo, no se pierde sino que vuelve. Si usted pierde energía en emociones negativas, por ejemplo, o en acciones mecánicas, en pensamiento mecánico, entonces se pierde. Pero si usa la energía para luchar con la mecanicidad, usted la recupera. He aquí cómo se acumula la energía.

La atención depende de la cantidad de energía ahorrada: si usted tiene energía de reserva, la atención trabajará; si usted no tiene energía ahorrada, se agotará muy rápidamente. De modo que esto depende de la cantidad de energía, y su reserva de energía depende de cómo la use. Si la desperdicia en cosas innecesarias, entonces, en el momento en que la necesite descubrirá que no tiene nada. Pero si puede ahorrarla en toda ocasión posible y usar sólo la cantidad necesaria para cada clase de trabajo que realice, entonces, tendrá resultados. He aquí por qué tenemos que empezar desde el comienzo mismo a luchar con las cosas que desperdiciamos. Estas deben ser estudiadas, y estudiadas primero de todo.

D. Ouspensky: El Cuarto Camino, cap. IX