No necesitas perdonar

No te fuerces a practicar esta cosa llamada perdón. El perdón viene a su manera, a su tiempo, o no, mientras haces la difícil labor de estar más presente para ti mismo. Esa es la verdadera práctica del perdón: Sentir, conocer, expresar, oír, validar tu propio dolor, escuchar al herido que está dentro, al enojado, al traicionado, al que era demasiado joven o demasiado temeroso para hablar o contraatacar.