Desacelérate

La velocidad le da a la vida una calidad frenética. Es un estado mental ansioso que nos impide acomodarnos en lo que sea que estemos haciendo. Siempre hay algo más importante que lo que estamos haciendo ahora. Estacionamos en doble fila afuera de una tienda, tratando de encontrar lo que necesitamos, mientras hablamos con nuestra madre por teléfono celular. En lugar de realizar bien nuestra actividad, la estamos anulando, porque realmente no estamos allí para ello. Esa velocidad autogenerada crea su propio poder e impulso, que comienzan a gobernarnos. Es una forma de mentalidad pequeña que nos ciega a lo que la vida realmente ofrece: la oportunidad de desarrollar sabiduría y compasión.