Principio de responsabilidad

Reconociendo y aceptando simplemente las imperfecciones de nuestra personalidad como formando parte de nuestro aprendizaje, resulta mucho más fácil aceptarnos tal como so­mos, amarnos, tener compasión de nosotros mismos, perdonarnos. Cuanto más aceptemos nuestra estatua en su estado presente, más la querremos tal como es sabiendo lo que llegará a ser, y más fácil y agradable nos será trabajarla y menos la despreciaremos por no estar terminada.

El perdón a uno mismo y la aceptación de uno mismo son esenciales para una buena salud moral. No hay actitud más in­útil y destructora que golpearse la cabeza (destruimos nuestra estatua cuando le damos golpes…)

Liberación de la culpabilidad

El senti­miento de culpabilidad proviene, de creer que hemos hecho algo «malo», que hemos dañado a alguien, o, de una forma general, que hemos transgredido una ley natural del universo. Para hacer frente a esas acciones que consideramos como «malas», el único medio que nuestra educación nos ha dado, ya sea religiosa o no, es el sentimiento de culpabilidad. Al sen­tirnos culpables, teníamos la impresión de volver a entrar en contacto de cierta manera, con la aprobación parental. Al ser el proceso siempre doloroso, muchas veces lo hemos enfren­tado camuflando esta culpabilidad bajo un falso cinismo, un falso desapego o un endurecimiento del corazón.

La mayor parte de las veces, nos sentimos culpables en relación a un juicio totalmente subjetivo que llevamos en nosotros mismos, sin haber hecho algo que esté verdaderamen­te en contradicción con las leyes del universo.

Liberación del resentimiento

Si aceptamos el concepto de responsabilidad, nos damos cuenta que si alguien nos ha «hecho daño» (real o imaginario, esto funciona en los dos casos), elegimos pensar que somos nosotros, o una parte de nosotros, quienes hemos atraído esta persona a nuestro universo, a fin de vivir esta experiencia. Si no, energéticamente hablando, no hubiera podido producir­se. Ya sea a partir de un sistema de pensamiento más o menos erróneo, consciente o inconsciente, o a partir de la voluntad de nuestro Ello con vistas a un aprendizaje evolutivo directo, es una parte de nosotros quien ha atraído esta experiencia. Recordemos que si nos negamos a aceptarlo, atraeremos to­davía una vez más el mismo tipo de situación. Es preferible pues reconocerlo enseguida a fin de hacer el aprendizaje debi­do y que esto no se reproduzca otra vez. Elegimos cesar de considerarnos como víctimas de la gente mala, y reconocemos que somos creadores de todo lo que se nos presenta en nues­tro universo.

Mi vida no me gustaba, así que la cambie

«Me gustaba lamentarme y llorar mucho. Tenía buenas razones para sentirme víctima. Soy indio y a los indios los tratan como a perros. Nada podía yo hacer para remediarlo, de modo que sólo me quedaba mi dolor. Pero entonces mi buena suerte me salvó y alguien me enseñó a cazar. Y me di cuenta de que la forma como vivía no valía la pena vivirse… así que la cambié.»

Principio de responsabilidad-atracción-creación

Las estructuras mentales, conscientes o subconscientes, de las que una persona dispone en una vida dada, son deter­minadas por su nivel de evolución y por la tarea que tiene que cumplir durante esta vida. A medida que se avanza en conciencia, nuestras estructuras mentales son cada vez más conscientes y son una expresión cada vez más directa de la voluntad del Ello. Creación de la realidad, percepción de la realidad y experiencia de la realidad; las tres están ínti­mamente entrelazadas y son el resultado de conciencia ya alcanzado.