Reconociendo y aceptando simplemente las imperfecciones de nuestra personalidad como formando parte de nuestro aprendizaje, resulta mucho más fácil aceptarnos tal como somos, amarnos, tener compasión de nosotros mismos, perdonarnos. Cuanto más aceptemos nuestra estatua en su estado presente, más la querremos tal como es sabiendo lo que llegará a ser, y más fácil y agradable nos será trabajarla y menos la despreciaremos por no estar terminada.
El perdón a uno mismo y la aceptación de uno mismo son esenciales para una buena salud moral. No hay actitud más inútil y destructora que golpearse la cabeza (destruimos nuestra estatua cuando le damos golpes…)