A cada momento el conocimiento del hombre depende de su ser. Esto es lo que no entendemos. El hombre puede obtener sólo tanto conocimiento como su ser lo permite; de lo contrario su conocimiento será tan sólo palabras. Si el conocimiento se da a varias personas, una de ellas lo obtiene, otras no. ¿Por qué? Evidentemente, porque el ser de éstas últimas es diferente.
En nuestra vida cotidiana, a menudo nos apresuramos en las tareas, tratando de hacerlas, tratando de terminar todo lo que podamos cada día, acelerándonos hasta nuestro próximo destino, corriendo para hacer lo que tenemos que hacer allí, y luego poder acelerarnos hacia otro.
Desafortunadamente, a menudo no es hasta que llegamos a nuestro destino final que nos damos cuenta de la locura que es todo esto.
Al final del día, a menudo estamos agotados y estresados por la rutina, el caos y el ajetreo. No tenemos tiempo para lo que es importante para nosotros, para lo que realmente queremos hacer, para pasar tiempo con nuestros seres queridos, para hacer cosas que nos apasionan.
No necesitas dejar tu profesión para vivir una vida consciente, ya sea medicina u otro tipo de trabajo. En todo lo que hagas, puedes aportar la conciencia de tu respiración y tu cuerpo. Puedes unir cuerpo y mente, en lugar de mantenerlos separados el uno del otro. Cuando te pones de pie, puedes ser consciente de que estás de pie. Cuando estiras tu cuerpo, puedes seguir tu respiración y tus movimientos. Con la atención plena del cuerpo, tu escucha se vuelve más profunda y eres más consciente de lo que sucede a tu alrededor. Luego lleva esa conciencia a tu vida diaria ya tu trabajo.
El primer paso para la adquisición de la consciencia es la comprensión de que no estamos conscientes. Pero esta ilusión no puede cambiarse sola, pues hay muchas otras. Como dije antes, la peor de ellas es la ilusión de que podemos «hacer». Toda nuestra vida se basa en esta ilusión. Siempre pensamos que estamos haciendo, cuando, en realidad, no estamos haciendo nada: todo sucede.
Todas las personas, en las condiciones corrientes de la vida, viven bajo dos clases de influencias. Primero, están las influencias creadas en la vida, el deseo de riqueza, de fama, etc., a las que llamamos influencias A. Segundo, hay otras influencias que provienen de la vida externa, que trabajan en las mismas condiciones, aunque son diferentes, y a estas influencias las llamamos B. Alcanzan al hombre en forma de religión, literatura o filosofía. Estas influencias, de segunda clase, son conscientes en su origen. Las influencias A son mecánicas desde el principio.
Antes de empezar a explicarles de modo general sobre qué trata el cuarto camino, y de charlar acerca de nuestros métodos, quiero grabar particularmente en sus mentes que las ideas y principios más importantes del sistema no me pertenecen.
Esto es principalmente lo que los hace valiosos, porque, si me pertenecieran, serían como todas las otras teorías inventadas por las mentes corrientes: sólo darían una visión subjetiva de las cosas.