La paradoja del tiempo. A simple vista, el momento presente es «lo que sucede». Puesto que los sucesos cambian continuamente, parecería que cada día de la vida consta de miles de momentos en los cuales suceden distintas cosas. El tiempo es para nosotros como una cadena interminable de momentos, algunos «buenos» y otros «malos». Sin embargo, si analizamos más detenidamente, es decir, a través de nuestra experiencia inmediata, descubrimos que realmente no hay muchos momentos. Descubrimos que lo único que hay es este momento.
El ego, el tiempo y el ahora I. La relación más importante y primordial de la vida es la relación con el Ahora. O mejor aún, con cualquiera que sea la forma que adopte el Ahora. Es decir, lo que es o lo que sucede. Si la relación con el Ahora es disfuncional, esa disfunción se reflejará en todas las relaciones y en todas las situaciones de la vida.
Deja la vida en pazCuando puedas, echa una «mirada» a tu interior para ver si estás creando conflicto inconscientemente entre lo interno y lo externo, entre las circunstancias externas del momento —dónde estás, con quién y lo que estás haciendo— y tus pensamientos y sentimientos. ¿Puedes sentir lo doloroso que es oponerse internamente a lo que es?
Cuando ustedes miran a la superficie del océano, pueden ver las olas subiendo y bajando. Ustedes pueden describirlas en términos de altas y bajas, grandes o pequeñas, más vigorosas o menos vigorosas, más bellas o menos bella. También pueden describirlas en términos de comenzar y terminar, nacimiento y muerte. Eso puede ser comparado con la dimensión histórica. En la dimensión histórica nosotros nos preocupamos o inquietamos con el nacimiento y la muerte, más poderosos menos poderosos, más bellos, menos bellos, como el comienzo y el final y así sucesivamente.
Fluyes o empujas “Si fluyes vives sin esfuerzo. Si empujas, vives esforzándote. “Si fluyes estás conectado en el aquí y el ahora, como los niños. Si empujas vives en el futuro, perdiéndote el presente (que se llama así, justamente porque es un regalo). “Si fluyes los momentos se hacen intensos y el tiempo se alarga.
El ser humano sólo se convierte en un ser humano cuando pierde el sentido de la ligereza de los dioses. Pues los dioses (o budas, o lo que prefiráis) son simplemente nuestra propia y más íntima esencia, que podría hacer añicos y reducir a la nada el universo en un momento si quisiera.