Ocho mitos sobre el despertar espiritual

Ocho mitos sobre el despertar espiritual. Como los maestros espirituales no están regulados, siempre ha habido un problema con las personas engañadas o explotadoras que se instalan como «gurús» y explotan a los seguidores vulnerables. Pero si tenemos una idea clara de lo que realmente significa estar «despierto», entonces debería ser más fácil identificar a los maestros fraudulentos o engañados. Así que permítanme resaltar ocho mitos comunes sobre el despertar y luego explicar por qué creo que son falsos.

Cambiando nuestra relación con el pensamiento

Cambiando nuestra relación con el pensamiento.
Si deseamos morar en lugar de entrar y salir de esta dimensión vibrante, debemos hacer más que simplemente cambiar la forma en que pensamos; debemos cambiar nuestra relación con el pensamiento. Debemos convertirnos en su testigo omnipresente para evitar ser su cómplice sufriente. Útil en un momento y tortuoso al siguiente, el pensamiento es como un niño petulante que requiere nuestra atención constante.

El envejecimiento como práctica espiritual

Sabemos que todo envejece; lo vemos a nuestro alrededor. Durante gran parte de nuestra vida es como la casa en la que vivimos o el aire que respiramos, un hecho familiar que apenas notamos. Pero a medida que envejecemos, ese hecho es más difícil de ignorar. El envejecimiento no es solo un cambio, sino un cambio irreversible, para bien o para mal. No obtuvimos esa promoción tan solicitada, y ahora nunca llegará. O conseguimos el ascenso y la vida nunca ha sido la misma. Somos pobres. O alguna vez fuimos pobres, pero ahora no lo somos. Tenemos una rodilla mala y ni siquiera la cirugía la hará nueva. O tal vez la cirugía funcionó, y podemos despedirnos del dolor con el que vivimos durante tanto tiempo. Siempre quisimos tener hijos, pero ahora somos demasiado mayores para tenerlos. O adoptamos un niño, para nuestro gozo sin fin. De una forma u otra, nuestra vida consiste en “las cosas que sucedieron”.

Amar no es querer

“Te amo” – dijo el principito…-“Yo también te quiero” – dijo la rosa.-“No es lo mismo” – respondió él…“Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía…Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.

Coronavirus: el meollo de la cuestión

He llegado a ver el corazón de todo lo que hacemos y experimentamos, individualmente y como especie, como conciencia. Nuestra conciencia. Mi conciencia. Cambiar cualquier cosa en el mundo, incluyéndome a mí mismo, requiere un cambio de conciencia. El único lugar en el que puedo cambiar de conciencia es en mí mismo.