Lo que convencionalmente llamamos “amor” es una estrategia del ego para evitar rendirse. Estás buscando a alguien para que te dé eso que sólo puede venirte en el estado de rendición. El ego utiliza a esa persona como un sustituto para no tener que rendirse. El idioma español es el más honesto a este respecto. Utiliza el mismo verbo ‘querer’, para decir “te amo” y “te quiero”. Para el ego, amar y querer (desear) son lo mismo, mientras que el amor verdadero no tiene ningún deseo, ningún deseo de poseer o que tu pareja cambie. El ego escoge a alguien y lo hace especial. Utiliza a esa persona para tapar el constante sentimiento subyacente de descontento, de “no suficiente”, de ira y odio, que están estrechamente relacionados entre sí. Estas son facetas de un sentimiento profundamente arraigado subyacente en los seres humanos, que es inseparable del estado egoico.
Sé que tu corazón se siente cerrado en este momento.
Te sientes solo, desconectado, separado, como si no fueras parte de este mundo, y las cosas que te trajeron alegría ayer parecen tan lejanas hoy.
Quiero que sepas que sigues siendo precioso, que eres un asombroso movimiento de la creación.
Trae tu atención al aquí-y-ahora. El pasado y el futuro no son tu hogar.
Cuando me amé de verdad, comprendí que en cualquier circunstancia, yo estaba en el lugar correcto y en el momento preciso. Y entonces, pude relajarme. Hoy sé que eso tiene nombre… autoestima.
Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y mi sufrimiento emocional, no son sino señales de que voy contra mis propias verdades. Hoy sé que eso es… autenticidad.
Amar es más importante que ser amado. Uno tiene que comprender esta vacuidad, esta desesperada soledad en uno mismo. Una mente ocupada consigo misma, con sus propias ambiciones, su codicia, sus temores, sus sentimientos de culpabilidad,
Todas las religiones nos han dicho que debemos negar el sexo, reprimirlo, porque según ellas es un desperdicio de energía y uno debe tener energía para encontrar a Dios. Pero esta clase de austeridad, de dura represión y ajuste a una norma, ejerce una violencia brutal sobre todos nuestros más finos instintos. Este tipo de cruel austeridad es un desperdicio de energía mayor que el de la indulgencia en el sexo.
Cuando llegas al lugar en que la bifurcación del camino resulta evidente, no puedes seguir adelante. Tienes que decidirte por uno de los dos caminos, pues si sigues adelante de la manera en que ibas antes de llegar a este punto, no llegarás a ninguna parte. El único propósito de llegar hasta aquí fue decidir cuál de los dos caminos vas a tomar ahora. El trayecto que te condujo hasta aquí ya no importa. Ya no tiene ninguna utilidad. Nadie que haya llegado hasta aquí puede decidir equivocadamente, pero sí puede demorarse. Y no hay momento de la jornada más frustrante y desalentador, que aquel en el que te detienes ahí donde el camino se bifurca, indeciso con respecto a qué rumbo seguir.