No solo no tienes un dentro y un fuera, sino que tampoco has experimentado nunca real y directamente que seas una persona, (¡intenta contarle esto a un psiquiatra!).Lo único que encuentras son pensamientos que aparecen,
No tienes que ser el mejor, sólo tienes que ser tú mismo. Sólo tienes que ser real y hablar desde el corazón. Y saber que tienes el derecho de ver como ves, y pensar como piensas, y sentir lo que sientes,
Tienes derecho a tus pensamientos y derecho a tus sentimientos, tienes derecho a tus deseos y derecho a tus anhelos. Tienes derecho a tu gozo y derecho a tu dolor. Tienes derecho a tu SÍ y derecho a tu NO, tienes derecho a expresar tu verdad y a recorrer tu camino y a ser celebrado por eso. Tienes derecho a meter la pata, derecho a armar todo un lío, derecho a intentarlo y fallar y volver a intentarlo y a cometer errores.
No es posible escapar ni atrapar el Tao infinito; no hay ni un acercarse a él…simplemente ES y tú LO ERES. Por lo tanto…CONVIÉRTETE EN LO QUE ERES.
A mi entender, todos nuestros problemas, todo nuestro sufrimiento y nuestros conflictos, tanto personales como globales, se derivan de un problema básico: la ignorancia de quiénes somos realmente. Hemos olvidado que somos inseparables de la vida y, como consecuencia, hemos empezado a temerla, y ese miedo nos ha hecho entrar en guerra con ella de maneras diversas. Hemos empleado nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestras emociones y nuestros cuerpos para combatir lo único real, que es el momento presente. Y al intentar protegernos del dolor, el miedo, la tristeza, el malestar, el fracaso…, de todas aquellas partes de la vida que se nos ha condicionado a creer que son malas, negativas, tétricas o peligrosas, hemos dejado de estar verdaderamente vivos.
Todo era pospuesto, ¿lo ves? Todo era un movimiento fuera de ‘lo que es’, fuera del extraordinario carácter sagrado de lo ordinario. Era un desplazamiento hacia un futuro que jamás podría llegar…