Confianza en ti mismo

La verdadera, serena confianza en sí mismo se basa sólo en la integridad y auto­suficiencia interior de una persona. Eso significa que tú no te estás comparando con nadie, y simplemente estás en absoluto equilibrio con tu alma. Tal equilibrio se logra en la unidad del alma y la men­te, cuando no sientes culpa, dependencia, superioridad, obligación, miedo ni preocupación. En otras palabras, no rompes el equilibrio con el mundo circundante ni contigo mismo. Vives en armonía con el mundo que te rodea y contigo mismo. Vives según tu credo. Por su­puesto, eso es lo ideal, pero a eso hemos de aspirar: es el único modo de obtener la verdadera confianza, o sea, la coordinación. La con­fianza lograda por cualquier otro medio será falsa.

Falta de fe e inseguridad

La paradoja es la siguiente: para obtener confianza en sí mismo, hace falta renunciar a ella. Las paredes del laberinto están hechas de importancia. Andas dentro del laberinto intentando deshacerte de la inseguridad y obtener confianza en ti mismo. Ahora bien, la seguridad es una quimera, es un invento más de los péndulos: un espejismo falso, una trampa para la importancia. La confianza en uno mismo es un juego de los péndulos, donde ellos siempre ga­nan. Donde haya fe siempre habrá lugar para la duda. De la misma manera, donde haya confianza habrá lugar para la vacilación y la in­decisión. La confianza es una especie de fe en el éxito. En cualquier guion es posible incluir una modificación negativa. Basta con una pequeña modificación para que se derrumbe la pared de confianza.

Acéptate tal como eres

Es poco probable que puedas ocultar tus imperfecciones. Es mejor concentrarte en tus cualidades. Tú mismo notarás hasta qué punto te sentirás mejor, libre y más a gusto cuando te sueltes y aceptes tus imperfecciones antes de aquel acontecimiento, en el que debes mostrar lo mejor de ti. Puede ser una entrevista, un examen, una intervención, una competición, al finy al cabo, una cita. Quíta­te la importancia interior. Concédete la indulgencia (absolución de los pecados) de tus imperfecciones y te sentirás como si te hubieses librado de un gran peso: eso significa que ha desaparecido el poten­cial excesivo y se ha liberado la energía de la intención.

Visualización benéfica

La persona con exceso de energía libre siempre despierta interés y atrae a los demás. Eso se revela sobre todo con más evidencia si la frecuencia de energía libre está sintonizada con la resonancia de la frecuencia de los pensamientos de la gente que te rodea.

Al comunicarte con la persona cara a cara, podrás lanzarle men­talmente una visualización favorable para él. Si, al mismo tiempo, tus fuentes energéticas están activadas, le causarás la impresión más positiva. Tal método te otorga gran ventaja en situaciones en las que se necesitan tu encanto y tu fuerza personal. Tendrás éxito en negociaciones, exámenes, entrevistas, en las relaciones perso­nales.

Una visualización benéfica te sintoniza con la frecuencia de tu interlocutor de modo más eficaz y tolerante. Los vampiros ener­géticos se sintonizan con el freile tocando las cuerdas sensibles de uno o metiéndose en su alma. Pero a diferencia de ellos, tú no «toqueteas» el freile de alguien y no le quitas la energía, sino, al contrario, le regalas la tuya. Él sin duda lo apreciará y te estará agradecido.

Sintonización con el freile

Es posible analizar una comunicación que va a favor de la corriente desde el punto de vista de la comunicación según la intención y viceversa. Pero a fin de cuentas, todo eso es Freiling. Te sintonizas con la frecuencia de tu partenaire porque giras con él hacia un lado, actúas a favor de sus intereses y en una dirección común. Como resultado, obtienes de esa persona lo que nunca has sido capaz de conseguir con los métodos corrientes de la intención interior.

Problemas de las relaciones humanas

Puedes lograr algunos resultados, al intentar autoafirmarse culpando a los otros o establecer el control usando acusaciones. Pero en este caso te conviertes en un manipulador.

Si no persigues ninguno de estos objetivos, renuncia a la crítica y a las acusaciones. Al reprobar y criticar a la gente, estás dando manotazos en el agua en el intento de ir contra la corriente. Des­preocúpate de las imperfecciones de los demás y piensa sólo en sus méritos. Es lo que significa moverte según la corriente, y es lo que te brindará un beneficio inapreciable.