Tienes derecho

Tienes derecho a tus pensamientos y derecho a tus sentimientos, tienes derecho a tus deseos y derecho a tus anhelos. Tienes derecho a tu gozo y derecho a tu dolor. Tienes derecho a tu SÍ y derecho a tu NO, tienes derecho a expresar tu verdad y a recorrer tu camino y a ser celebrado por eso. Tienes derecho a meter la pata, derecho a armar todo un lío, derecho a intentarlo y fallar y volver a intentarlo y a cometer errores.

El estado de no saber

Uno sigue tratando de encontrar un modo. Entonces está de vuelta en la trampa. Señores, hemos dicho: “No sé”. Nuestras mentes están confusas y, desde esa confusión, buscamos a los sacerdotes, a los psicólogos, a los políticos. La confusión crea más confusión. ¿Por qué no decimos: “Muy bien, estoy confuso, no actuaré”? Por supuesto, iré a la oficina, continuaré con las actividades de todos los días pero no actuaré para nada sobre mi confusión psicológica, porque veo que cualquier cosa que haga creará más confusión. Por lo tanto, psicológicamente no me moveré en absoluto. Cualquier movimiento conduce a una trampa. ¿Pueden, pues, no hacer nada psicológicamente respecto de la trampa?
Si uno no hace nada en relación con la trampa, está libre de ella. Es sólo la incesante actividad de hacer algo respecto de la trampa la que los mantiene en ella. Cuando vean que es así, se detendrán, ¿no es cierto? Cesará toda actividad al respecto. ¿Y qué es lo que eso significa? Significa que están dispuestos a morir psicológicamente. De modo que cuando no saben, y es realmente eso lo que quieren decir, están fuera de la trampa, porque el pasado ha llegado a su fin. Es cuando dicen continuamente: “Miro, pregunto, debo saber”, que el pasado sigue y sigue repitiéndose a sí mismo.

Verdad e ilusión

Examinemos más de cerca la ilusión de que lo que tú fabricaste tiene el poder de esclavizar a su hacedor. Esta es la misma creen­cia que dio lugar a la separación. Es la idea insensata de que los pensamientos pueden abandonar la mente del pensador, ser dife­rentes de ella y oponerse a ella. Si eso fuese cierto, los pensa­mientos no serían extensiones de la mente, sino sus enemigos. Aquí vemos nuevamente otra forma de la misma ilusión fundamental que ya hemos examinado muchas veces con anterioridad. Sólo si fuese posible que el Hijo de Dios pudiera abandonar la Mente de su Padre, hacerse diferente y oponerse a Su Voluntad, sería posible que el falso ser que inventó, y todo lo que éste fabricó, fuesen su amo.
Contempla la gran proyección, pero mírala con la determina­ción de que tiene que ser sanada, aunque no mediante el temor. Nada que hayas fabricado tiene poder alguno sobre ti, a menos que todavía quieras estar separado de tu Creador y tener una voluntad que se oponga a la Suya. Pues sólo si crees que Su Hijo puede ser Su enemigo parece entonces posible que lo que has inventado sea asimismo enemigo tuyo. Prefieres condenar al sufrimiento Su alegría y hacer que Él sea diferente. Sin embargo, al único sufrimiento al que has dado lugar ha sido al tuyo propio.

Ignorancia

Una vez que se entiende claramente que la ignorancia no tiene existencia, que es meramente una ilusión surgida como movimiento de la Consciencia, ¡cualquier indagación posterior sería como proyectar el futuro y examinar el pasado del hijo de una mujer estéril!

La ignorancia desaparece en cuanto es examinada críticamente. Y es por ignorancia que uno cree ver plata en la madreperla. Esta ignorancia sólo puede durar hasta que la madreperla es vista tal como es. La ignorancia desaparece en cuanto se percibe que todo lo que existe es la Consciencia infinita y universal. Todas las manifestaciones fenoménicas son meras apariencias en la Consciencia, como un reflejo en un espejo y por tanto son ilusorias. Todo lo que existe es Consciencia que puede ser representada por el pronombre personal subjetivo “Yo”.

Como la ignorancia no es una entidad real, no podría existir relación entre la ignorancia y el Yo. Sólo puede haber relación entre dos entidades similares.

Verdad e ilusión

Si ya entendieses la diferencia que existe entre la verdad y las ilusiones, la Expiación no tendría objeto. Él instante santo, la relación santa, las enseñanzas del Espíritu Santo y todos los medios por los que se alcanza la salvación no tendrían ningún propósito. Pues todos ellos no son sino aspectos del plan cuyo fin es cambiar tus sueños de terror a sueños felices, desde los cuales puedas despertar fácilmente al conocimiento. No te pongas a ti mismo a cargo de esto, pues no puedes distinguir entre lo que es un avance y lo que es un retroceso. Has considerado algunos de tus mayores avances como fracasos, y has evaluado algunos de tus peores retrocesos como grandes triunfos.

El mundo perdonado

Esta belleza no es una fantasía. Es el mundo real, resplande­ciente, puro y nuevo, en el que todo refulge bajo la luz del sol. No hay nada oculto aquí, pues todo ha sido perdonado y ya no que­dan fantasías que oculten la verdad. El puente entre ese mundo y éste es tan corto y tan fácil de cruzar, que nunca te hubieses podido imaginar que fuese el punto de encuentro de mundos tan dispares. Mas este corto puente es la cosa más poderosa conec­tada a este mundo. Este ínfimo paso, tan pequeño que ni siquiera has reparado en él, es un salto que te lleva a través del tiempo hasta la eternidad, y te conduce más allá de toda fealdad hacia una belleza que te subyugará y que nunca cesará de maravillarte con su perfección.