El propio movimiento nos hace percibir la ilusión del tiempo que se desliza ante nosotros como una ligera brisa imperturbable, totalmente ajena a lo que creemos ser o sentir.
Samsara, la rueda de la vida. La repetición de la rueda de la vida nos conduce al despertar del sueño. En el budismo, nuestra existencia ordinaria se llama samsara. No hay ninguna forma de “arreglar” el samsara para que sea plenamente satisfactorio.
No solo no tienes un dentro y un fuera, sino que tampoco has experimentado nunca real y directamente que seas una persona, (¡intenta contarle esto a un psiquiatra!).Lo único que encuentras son pensamientos que aparecen,
Uno de los mayores mitos sobre la espiritualidad es el que revela que el mundo es una ilusión. Según el mito, cuando «despertamos» o nos iluminamos, nos damos cuenta de que el reino físico de las cosas es sólo un sueño. El mundo y todos los acontecimientos que se producen en él son vistos como un espejismo. Sólo el espíritu es real, el cual existe por encima y más allá del mundo físico.
Examinemos más de cerca la ilusión de que lo que tú fabricaste tiene el poder de esclavizar a su hacedor. Esta es la misma creencia que dio lugar a la separación. Es la idea insensata de que los pensamientos pueden abandonar la mente del pensador, ser diferentes de ella y oponerse a ella. Si eso fuese cierto, los pensamientos no serían extensiones de la mente, sino sus enemigos. Aquí vemos nuevamente otra forma de la misma ilusión fundamental que ya hemos examinado muchas veces con anterioridad. Sólo si fuese posible que el Hijo de Dios pudiera abandonar la Mente de su Padre, hacerse diferente y oponerse a Su Voluntad, sería posible que el falso ser que inventó, y todo lo que éste fabricó, fuesen su amo.
Contempla la gran proyección, pero mírala con la determinación de que tiene que ser sanada, aunque no mediante el temor. Nada que hayas fabricado tiene poder alguno sobre ti, a menos que todavía quieras estar separado de tu Creador y tener una voluntad que se oponga a la Suya. Pues sólo si crees que Su Hijo puede ser Su enemigo parece entonces posible que lo que has inventado sea asimismo enemigo tuyo. Prefieres condenar al sufrimiento Su alegría y hacer que Él sea diferente. Sin embargo, al único sufrimiento al que has dado lugar ha sido al tuyo propio.
Todo el mundo ha experimentado lo que podría describirse como una sensación de ser transportado más allá de sí mismo. Esta sensación de liberación va mucho más allá del sueño de libertad que a veces se espera encontrar en las relaciones especiales. Es una sensación de habernos escapado realmente de toda limitación. Si examinases lo que esa sensación de ser «transportado» realmente supone, te darías cuenta de que es una súbita pérdida de la conciencia corporal, y una experiencia de unión con otra cosa en la que tu mente se expande para abarcarla. Esa otra cosa pasa a formar parte de ti al tú unirte a ella. Y tanto tú como ella os completáis, y ninguno se percibe entonces como separado. Lo que realmente sucede es que has renunciado a la ilusión de una conciencia limitada y has dejado de tenerle miedo a la unión. El amor que instantáneamente reemplaza a ese miedo se extiende hasta lo que te ha liberado y se une a ello. Y mientras esto dura no tienes ninguna duda acerca de tu Identidad ni deseas limitarla. Te has escapado del miedo y has alcanzado la paz, no cuestionando la realidad, sino simplemente aceptándola. Has aceptado esto en lugar del cuerpo, y te has permitido a ti mismo ser uno con algo que se encuentra más allá de éste, al simplemente no permitir que tu mente esté limitada por él.