¿Cómo podemos permanecer abiertos tanto al sufrimiento como a la alegría de vivir?

Tú y yo nos estamos entrenando para ser libres. Estamos en entrenamiento para estar tan presentes, tan espaciosos, tan acogedores, estamos en entrenamiento para no mirar hacia otro lado, negar o cerrar nuestros corazones cuando no podemos soportar algo. La declaración, «No puedo soportarlo», es lo que te quema. Cuando estás en presencia de sufrimiento y contracción, es la contracción lo que te mata de hambre.

Del devenir al Ser

¿Cómo hemos de transformarnos, de producir este cambio radical del devenir al Ser? Una persona que está deviniendo y, por lo tanto, esforzándose, luchando, combatiendo consigo misma, ¿cómo puede dar con ese estado del ser que es virtud, libertad? Espero estar expresándome claramente. O sea, he estado luchando durante años para llegar a ser algo:

Impecabilidad

¿No te das cuenta de que lo opuesto a la flaqueza y a la debili­dad es la impecabilidad? La inocencia es fuerza, y nada más lo es. Los que están libres de pecado no pueden temer, pues el pecado, de la clase que sea, implica debilidad. La demostración de fuerza de la que el ataque se quiere valer para encubrir la fla­queza no logra ocultarla, pues, ¿cómo se iba a poder ocultar lo que no es real? Nadie que tenga un enemigo es fuerte, y nadie puede atacar a menos que crea tener un enemigo. Creer en enemigos es, por lo tanto, creer en la debilidad, y lo que es débil no es la Volun­tad de Dios. Y al oponerse a ésta, es el «enemigo» de Dios. Y así, se teme a Dios, al considerársele una voluntad contraria.

Luz para sí mismo

El hombre tiene que comenzar a descubrir de nuevo aquello que es eternamente sagrado, que nunca puede ser atrapado por el intérprete, el sacerdote, el gurú, o por los mercachifles de la meditación. Uno tiene que ser luz para sí mismo. Esa luz jamás puede sernos dada por otro, no puede dárnosla ningún filósofo o psicólogo, por mucho que lo respete la tradición.
La libertad consiste en permanecer solo, sin apegos ni temores, libre en la comprensión del deseo que engendra ilusiones. Existe una fuerza inmensa en el permanecer solo. Es el cerebro condicionado, programado, el que nunca está solo, porque está repleto de conocimientos. Lo que está programado, religiosa o tecnológicamente, es siempre limitado. Esta limitación es el factor principal de conflicto.
La belleza es peligrosa para un hombre de deseos.

Responsabilidad-atracción-creación

La liberación de las emociones negativas y la plenitud del ser a nivel personal no pueden ha­cer otra cosa que acarrear consecuencias extremadamente positivas a nivel colectivo: social, nacional e internacional. Lo que ocurre fuera, en el mundo, no es más que el reflejo del estado de conciencia de la humanidad. Sólo mediante un cambio de la conciencia personal en primer lugar, que más tarde resultará colectivo naturalmente, podrán cambiar los acontecimientos exteriores. Cuando los seres humanos elijan paradigmas que les permitan vivir en paz con ellos mismos y con sus prójimos, tendremos la posibilidad de construir un mundo de comprensión, de ayuda mutua, de armonía, de be­lleza y de dicha, en el seno del cual reinará la paz entre los pueblos. El paradigma de responsabilidad-atracción-creación es uno de ellos.