La proyección refuerza tu creencia de que tu propia mente está dividida, creencia ésta cuyo único propósito es mantener vigente la separación. La proyección no es más que un mecanismo del ego para hacerte sentir diferente de tus hermanos y separado de ellos. El ego justifica esto basándose en el hecho de que ello te hace parecer «mejor» que tus hermanos, y de esta manera empaña tu igualdad con ellos todavía más. La proyección y el ataque están inevitablemente relacionados, ya que la proyección es siempre un medio para justificar el ataque. Sin proyección no puede haber ira.
Con esa toma de conciencia, el mundo entero se autolibera. Al liberarse del monopolio del pensamiento, al liberarse de ese lastre de «yo y mis problemas», todo queda sumido en un gran desahogo. Libre de objetivos y significados, cada momento es una meta en sí mismo, todo tiene un significado intrínseco porque cada momento es lo único que existe ahora y siempre. Libre de toda inhibición, todo está permitido y las consecuencias ni siquiera son posibles.
Todas las cosas obran conjuntamente para el bien. En esto no hay excepciones, salvo a juicio del ego. El ego se mantiene extremadamente alerta con respecto a lo que permite llegar hasta la conciencia, y ésa no es la manera en que una mente equilibrada se mantiene ecuánime. El desequilibrio del ego se acentúa aún más porque mantiene su motivación principal oculta de tu conciencia, y hace que el control predomine sobre la cordura. El ego tiene todas las razones del mundo para hacer esto, de acuerdo con el sistema de pensamiento que le dio origen y al que sirve.
Los Ángeles poseen un objetivo muy definido con respecto a la futura configuración de la vida social en la Tierra: su propósito es engendrar en los cuerpos astrales de los seres humanos un tipo de imágenes capaces de provocar unas condiciones definidas en la vida social del futuro. Imágenes evocadoras de un futuro en donde ningún ser humano pueda hallar la paz disfrutando de la felicidad si aquellos que están a su lado no son felices. Un impulso de Hermandad, en el sentido más absoluto del término; una unificación de la raza humana en una Hermandad bien entendida, éste será el principio de gobierno de las condiciones sociales en la existencia física.
Dar rienda suelta al molino de pensamientos negativos significa entrar en juego con el péndulo destructivo y emitir energía en la frecuencia de éste. Es una costumbre muy desventajosa. Te conviene reemplazarla por la otra costumbre: controlar tus pensamientos de modo consciente. Cada vez que tu mente no esté ocupada con algo en especial, por ejemplo, cuando estés en un trasporte público, de paseo o haciendo un trabajo que no requiera mayor atención, pon en marcha los pensamientos positivos. No pienses en lo que no pudiste conseguir; piensa en lo que quieres alcanzar y lo tendrás.
La mirada del amor es diferente de la mirada del pensamiento.
Uno lleva en una dirección donde el pensamiento no puede seguir, y el otro conduce a la separación, el conflicto y el dolor.
De este dolor, no puedes ir al otro.
La distancia entre los dos está hecha por el pensamiento, y el pensamiento no puede alcanzar al otro de ninguna manera.
Al volver caminando por los caseríos, los prados y la vía del tren, verás que el ayer ha llegado a su fin: la vida comienza donde termina el pensamiento.