Actualmente existe un sinfín de métodos, talleres, cientos de personas motivadas espiritualmente que comparten su luz con todos aquellos que sienten su afinidad. Siendo conscientes de esta realidad no pretendemos sino ser un grano más en este inmenso campo de siembra, un grano que esperamos germine en muchos hermanos y hermanas que por simpatía se acerquen a leer estas palabras. Lo semejante atrae a lo semejante y sabemos por experiencia que aquellos a los que el oído interno les haga llegar esta especial vibración responderán desde sus corazones, pues es desde el lugar sagrado de la Vida y la Verdad -el Corazón- desde donde se emite este Camino de Retorno al Hogar.
Un maestro espiritual es la persona que nos enseña la verdad. En Oriente, en la tradición y cultura de la antigua India, tener un maestro espiritual era tan importante, tan básico, que todas las personas cuando llegaban aproximadamente a los 12 años de edad buscaban su maestro espiritual y recibían los mantras (oraciones e invocaciones) sagrados de iniciación. El maestro espiritual, enseñando la cultura védica, impartía instrucciones, sobre cómo alcanzar la autorrealización y cómo practicar la sagrada ciencia del yoga.
El texto que presentamos a continuación, y que proviene de un papiro gnóstico del s. III, trata de la generación de siete dioses por medio de la risa. Antes de analizar lo que significa una creación por medio de la risa, podríamos preguntarnos, al igual que lo hizo Emmanuel d’Hooghvorst en su estudio sobre la Astrología tradicional, si existe en la tierra un arte que pueda producir dioses. El mismo autor responde a esta pregunta afirmando que tradicionalmente existe uno, cuyo fin es el de llevar a la naturaleza hasta su total perfección. Mientras que la Astrología es la ciencia que trata de la naturaleza humana, “existe un Arte celeste, dice d’Hooghvorst, que permite que esta naturaleza alcance su máxima perfección más allá de la cual no hay progreso posible. Es lo que los antiguos nos han enseñado cuando hablan de la palingenesia o nueva generación”
Todo lo que hay es Vida penetrando la existencia. En cada roca, en cada grano de arena, en las verdes hojas, en las aguas dulces o saladas, en el fuego de la tierra, en cada ser vivo, en nuestras sonrisas, sentimientos, llantos o pensamientos, en todo esto y mucho más está la Vida manifestándose en una pluralidad que nos invita a reconocer la Unidad en todo.
Una vez fuimos un gran Equipo. Una verdad, una familia.
Nacidos como Uno, nos dividimos. Tribus, facciones, clanes, naciones, religiones, ideologías, ejércitos.
Mi Dios contra tu Dios. Mi verdad contra la tuya.
Nos mataos unos a otros en números incalculables.
Dejamos de escucharnos, dejamos de mirarnos a los ojos.
Caímos en el delirio, adorado en el altar de la creencia.
En todos los cielos no hay otra idea de Dios que la idea de un hombre; la razón es que el cielo en su totalidad, y en cada una de sus partes, tiene la forma de un hombre, y lo Divino, que está con los ángeles, constituye el cielo; y el pensamiento procede según la forma del cielo; porque es imposible que los ángeles piensen a Dios de otra manera. De ahí que todos los que en el mundo están conjuntados con el cielo (es decir, con los mundos internos), cuando piensan interiormente en sí mismos, es decir, en su espíritu, piensan en Dios de manera semejante. Ésta es la razón por la que Dios es un Hombre. La forma del cielo afecta a eso que en sus cosas más grandes y en las más pequeñas es como sí mismo