Fuerzas que dirigen el destino

El Transurfing te abre la puerta mágica al mundo, donde te espera el descubrir cosas muy extrañas y extraordinarias. Sabrás, que es posible dirigir la realidad. Y el objetivo aquí no se logra, sino que, en su mayor parte, se realiza por sí mismo.
Eso suena increíble sólo en el marco de la concepción corriente del mundo. Todos estamos metidos en las fundas de falsas limitaciones y estereotipos. Ha llegado la hora de despertar de la alucinación.
El mundo circundante de un transurfer se cambia de un modo inconcebible, literalmente, delante de sus ojos. Cuando la realidad cotidiana te ofrece su aspecto desconocido: es algo fascinante. No hay ninguna mística, todo es real.

El amor no es pensamiento

El pensamiento sostiene y nutre la conciencia. El contenido de la conciencia es el movimiento del pensar, que jamás se detiene, los deseos, los conflictos, los temores, la persecución de placeres, la pena, la soledad, el dolor. El amor, la compasión con su incorruptible inteligencia, está más allá de esta conciencia limitada, la que no puede dividirse en superior o inferior, porque lo alto o lo bajo sigue siendo conciencia, siempre ruidosa, siempre parloteando. La conciencia es toda tiempo, medida, espacio, porque nace del pensamiento. El pensamiento no puede, en ninguna circunstancia, ser total; puede especular acerca de lo total y complacerse en su verbalización y en la experiencia que ésta le proporciona, pero el pensamiento no puede jamás percibir la belleza, la inmensidad de lo total.

¿Nos hace crecer el sufrimiento?

El proceso de atracción de todos los acontecimientos de nuestra vida se hace pues según el principio de evolución y a partir de la voluntad consciente de nuestro Ello. De vida en vida, creamos cada vez las condiciones óptimas que nos per­mitan hacer la experiencia total de nuestro Ello a todos los niveles de nuestro ser. No hay ningún azar. El mundo tal como es alrededor de nosotros es la imagen exacta del estado de nuestra conciencia, tanto a nivel personal como a nivel co­lectivo. En lugar de resistirlo podemos elegir utilizar esas circunstancias (que hemos creado según las necesidades del plan de evolución) como oportunidades de aprendizaje en vista al desarrollo de nuestra conciencia y de nuestro regreso al estado de poder y libertad divinas.

El sistema del Cuarto Camino

Estudiando al hombre, estudiamos al universo, y viceversa. Pero sólo puede trazarse un pleno paralelismo entre el hombre y el universo si tomamos al hombre en el sentido completo del vocablo, esto es, un hombre cuyos poderes y posibilidades inherentes están desarrollados. Un hombre subdesarrollado, un hombre que no completó su evolución, no puede tomarse como un cuadro completo del mundo: es un mundo inconcluso.

Alcanzar la Expiación

Hacer algo siempre involucra al cuerpo. Y si reconoces que no tienes que hacer nada, habrás dejado de otorgarle valor al cuerpo en tu mente. He aquí la puerta abierta que te ahorra siglos de esfuerzos, pues a través de ella puedes escaparte de inmediato, liberándote así del tiempo. Ésta es la forma en que el pecado deja de ser atractivo en este mismo momento. Pues con ello se niega el tiempo, y, así, el pasado y el futuro desaparecen. El que no tiene que hacer nada no tiene necesidad de tiempo. No hacer nada es descansar, y crear un lugar dentro de ti donde la actividad del cuerpo cesa de exigir tu atención. A ese lugar llega el Espíritu Santo, y ahí mora. Él permanecerá ahí cuando tú te olvides y las actividades del cuerpo vuelvan a abarrotar tu mente consciente.

Mas este lugar de reposo al que siempre puedes volver siem­pre estará ahí. Y serás más consciente de este tranquilo centro de la tormenta, que de toda su rugiente actividad. Este tranquilo centro, en el que no haces nada, permanecerá contigo, brindán­dote descanso en medio del ajetreo de cualquier actividad a la que se te envíe. Pues desde este centro se te enseñará a utilizar el cuerpo impecablemente. Este centro, del que el cuerpo está ausente, es lo que hará que también esté ausente de tu conciencia.

Inspiración

Sólo la decisión de mover los pies, es decir, de actuar. Simplemente, pon manos a la obra. Sin inspiración. Es cuando ella aparecerá. La inspiración se liberará durante el proceso de trabajo. No podrás disipar del todo el potencial del deseo y la espera hasta que no empieces a actuar, no importa cómo lo hagas, bien o mal. Como sabes, la intención en acción disipa el potencial excesivo. Como resultado tenemos la siguiente imagen. Pones la mesa para ti mismo, enciendes las velas para ti, te pones cómodo y empiezas a tomar el té a tu gusto, sin esperar a nadie. Puedes estar seguro de que la caprichosa musa se sentirá molesta por tal indiferencia. ¿Cómo es que te has olvidado de ella? Enseguida aparecerá y se reunirá contigo. Y ése es todo el secreto.