El Gran Camino no es difícil para aquellos que no tienen preferencias.
Cuando ambos, amor y odio, están ausentes todo se vuelve claro y diáfano.
Sin embargo, haz la más mínima distinción, y el cielo y la tierra se distancian infinitamente.
Si quieres ver la verdad, no mantengas ninguna opinión a favor o en contra.
La lucha entre lo que a uno le gusta y lo que le disgusta es la enfermedad de la mente.
Lo importante aquí es que el Yo es una experiencia real. No se trata de un ideal alejado de la realidad de todos los días (que es lo que la mayoría de la mayoría de nosotros piensa del alma), sino que está tan próximo a ti, como el aliento. El Yo es la fuente del Amor y, por lo tanto, es más real que cuanto bloquea al amor: la ira, el miedo, el egoísmo, la inseguridad y la desconfianza. Esas cualidades, por muy extendidas que puedan estar en la sociedad, son temporarias; crecen con el tiempo y deben ser aprendidas. El Yo, por el contrario, está firme en la paz y la seguridad: solo conoce el amor, porque su experiencia es solo de amor.
El amor no es otra cosa que la comprensión sentida de que nuestra experiencia no está hecha de dos entidades -un yo interior separado por una parte y lo que este percibe por otra, es decir, los objetos, los demás y el mundo.
Existen multitud de percepciones según quien las perciba, pero no juguemos a ver quién tiene la razón, así nunca acabará este juego y seguiremos sufriendo y separándonos más. Los millones de percepciones humanas están hechas para formar un inmenso arco iris. Las ideas pueden ensamblarse como las cuentas de un collar unidas por el cordón del Amor. Así un día iremos recordando que fuimos hechos de Amor. Que somos capaces de amar sin restricciones porque esa es nuestra esencia largo tiempo encerrada en un frasco de cristal.
Que es el amor
La mayoría de las personas tienen la impresión de que pueden pensar en sus vidas. Pero eso es un error. Estamos sujetos a nuestras emociones y pensamos basados en nuestras emociones. Por eso es extremadamente importante hacer algo con nuestras emociones. Buda describió las Cuatro Emociones para el corazón.
Conforme pasan los años es más fácil que la tristeza, la melancolía, o la pena lleguen en momentos sin avisar. Descubres que ya no sientes la misma gana por las cosas más simples que antes te hacían saltar el corazón. Esperas cada vez menos sorpresas o casi ninguna. No sé qué pasa, pero se pierde la fuerza de vivir, porque vivir es tener anhelo, levantarte por la mañana y abrir los ojos con propósitos que llevar a cabo. Es perderte en la necesidad por conseguir, ayudar, compartir, celebrar, cooperar, crear, amar, cocinar…, es verte en la mirada pura de un bebé o ayudar a memorizar las tablas de multiplicar a tu nieto o nieta, en fin, vivir también es ser en el otro.