El Principio rector

Habitar el mundo de los despiertos, el mundo único en común del que nos habla Heráclito, solo es posible en la medida en que haya en nosotros algo superior y más originario que nuestros juicios, impulsos y pasiones; una instancia ontológica que nos permite tomar distancia con respecto a ellos, discernir su naturaleza y despertar del sueño en el que vivimos cuando confundimos nuestro particular sistema de creencias y las conductas estructuradas en torno a él con nuestra identidad ―es decir, nuestro mundo subjetivo con la realidad―; una dimensión que posibilite que no seamos zarandeados como marionetas por nuestros condicionamientos, por nuestras representaciones no examinadas y por los impulsos que se derivan del asentimiento a ellas.

LIBRE ALBEDRÍO Y LA VOLUNTAD DE DIOS

La esencia de la comprensión definitiva es el hecho ineluctable de que el ser humano individual, como tal, no tiene ―no puede tener― ninguna volición. Carece completamente de libertad de elección y de acción independientes, por la simple razón de que el ser humano no es una entidad autónoma. Es meramente una parte infinitesimal de la totalidad de la manifestación.

Los Ángeles y el cuerpo astral. Ariman

Los Ángeles y el cuerpo astral. Ariman Todo esto guarda relación con algunos secretos específicos de la evolución. Tal como sabéis, los seres Luciféricos han permanecido inamovibles en otras etapas de la evolución e introducen un elemento que resulta totalmente extraño al proceso evolutivo considerado como normal. Si están tan interesados en apoderarse del ser

Reconocimiento del trabajo de los Ángeles

Reconocimiento del trabajo de los Ángeles Conocer lo que está haciendo el Ángel, es tan sólo una fase preliminar. El punto clave, tal como dije antes, es que en un momento dado- y dependiendo de la actitud que adopten los propios seres humanos, podrá ser antes o después o, en el peor de los casos

Un Curso De Milagros

A un curso de milagros le han llamado «psicoterapia espiritual»; sin embargo, en él mismo se establece…»que su objetivo es tu felicidad y tu paz.» (T- 13.II.7:1, p. 267). En él distinguimos entre el ser perfecto que Dios creó y la fabricación del ser ficticio que hoy llamamos «yo». Esta distinción es la piedra angular necesaria en el abandono de las conductas destructivas y debilitantes que tienen base en el miedo, la falta de perdón y la culpa; y provienen de nuestro sentido de aislamiento, separación, devalorización y vulnerabilidad. En contraposición al enfocar nuestros pensamientos hacia la verdadera identidad se encausa con propósito nuestra vida como la conocemos en este plano, guiada por el Maestro Interno o Espíritu Santo; resultando en un camino de perdón y extensión de amor. Estos dos últimos dan como expresión natural, los milagros. Como un diamante, la labor del des-hacimiento del ego se convierte en el refinado trabajo de pulir las aristas para extraer de él la joya que realmente somos.