VIDA

Conforme pasan los años es más fácil que la tristeza, la melancolía, o la pena lleguen en momentos sin avisar. Descubres que ya no sientes la misma gana por las cosas más simples que antes te hacían saltar el corazón. Esperas cada vez menos sorpresas o casi ninguna. No sé qué pasa, pero se pierde la fuerza de vivir, porque vivir es tener anhelo, levantarte por la mañana y abrir los ojos con propósitos que llevar a cabo. Es perderte en la necesidad por conseguir, ayudar, compartir, celebrar, cooperar, crear, amar, cocinar…, es verte en la mirada pura de un bebé o ayudar a memorizar  las tablas de multiplicar a tu nieto o nieta, en fin, vivir también es ser en el otro.

EL CAMINO HACIA SÍ MISMO

Para mí, lo importante es poder ensamblar, hacer uno ambos caminos ya que en todo está Dios, simplemente hemos de ser conscientes de este hecho. En la simple labor de cada día, en nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos, hallar ese estado de plenitud que todo lo engloba, que todo abraza es la ambrosía de la humildad puesto que nos olvidamos de nuestro interés para penetrar en el interés y esencia de todo lo creado